¿Cuándo acabará el duelo en el Partido Popular?
Cuando perdemos algo importante, por ejemplo una Alcaldía, es lógico experimentar un proceso de duelo que transite desde la fase inicial de shock, hasta la posterior de rabia, para concluir por la de aceptación, asumiendo lo sucedido. Alcanzar esta última fase supone que lo peor ya ha pasado, aunque el perdedor tiene ante sí un duro proceso por delante.
No es inusual que quien pierde, una Alcaldía por ejemplo, tenga serias dificultades para concluir el proceso. Se tiende al rechazo frontal de unas consecuencias consideradas injustas, adoptando posiciones defensivas y enrabietadas, de confrontación total, pues se tiene la convicción de que lo perdido es consecuencia de una conducta ilegítima de quienes son vistos como usurpadores de lo que me correspondía por mis buenas obras.
Ya han pasado seis meses desde las elecciones municipales y no se atisban todavía síntomas de que el PP de nuestra ciudad haya alcanzado la fase de aceptación. Sus acciones destilan sentimientos de reproche permanente y de enfrentamiento personal-partidista que reduce los graves problemas colectivos a cuestiones anecdóticas, de muy poca sustancia, aunque de mucha repercusión mediática. Villena no es La Plaza. Villena no es el rencor político y la suma de procesos penales, ni el conflicto constante sobre el pasado. Villena se merece rigor en la gestión de los asuntos públicos y propuestas de futuro.
La reciente victoria del PP en las elecciones generales, entre otras muchas cosas, se ha sustentado en una imagen moderada, en la que términos como empleo, para todos y cambio han sido ejes centrales en su acción de oposición de los últimos años y en la campaña electoral. Ante la gravedad de la situación económica y social, los resultados demuestran que el PP ha sabido transmitir una imagen de centralidad y de seguridad como mejor gestor de la cosa pública que su principal adversario ha perdido, socarrado a fuego lento por un presidente y un gobierno que, preocupado por lo anecdótico y olvidando lo importante, han generado tensiones innecesarias con asuntos que poco importan a la mayoría (el valle de los Caídos, por ejemplo).
En el ámbito local, el resultado nacional tiene que verse como una oportunidad y una lección para el PP de Villena. La unidad en torno a un proyecto moderado, aglutinando a todas las posiciones de centro derecha, evitando broncas estériles, ha barrido en las urnas. A ello, sin duda, ha ayudado la mala gestión de la crisis por el partido del gobierno.
La política sólo tiene sentido si percibe como útil, enfocada a resolver los verdaderos problemas de los ciudadanos. Este ha sido uno de los mensajes que ha calado en el electorado y esta habrá de ser la misión del PP villenense si quiere recuperar el gobierno municipal. El terreno más favorable para la confrontación con la coalición que nos gobierna está en la gestión, en la forma de resolver problemas sociales, en la respuesta ante los graves problemas que afrontan los vecinos, no en la revisión del pasado, ni en los personalismos partidistas, ni tampoco en la judicialización de las venganzas personales.
Finalizar el duelo, acabar con el dolor de la pérdida, supone aceptar la idea de que algo no se debió hacer bien en el gobierno municipal. Que se cometieron errores. Que la ciudadanía no sólo quiere obras magníficas, sino que también valora los pequeños detalles, la cercanía, la percepción de que se gobierna para todos, sin exclusiones, y que se está pendiente de lo importante.
Dinamitar la mayoría absoluta y el mayor apoyo popular recibido por un partido en nuestra ciudad fue un grave error, visto por la ciudadanía como una pelea callejera por intereses privados, sin relación alguna con los problemas de Villena. De aquellos barros, estos lodos. Y encima, ahora, con el paso cambiado.
Para terminar. Aceptar la derrota no significa, en modo alguno, renunciar a recuperar lo perdido. Es el primer paso para, en las urnas, alcanzar los objetivos. Pero para ello habrá que demostrar a la ciudadanía que se es merecedor de una confianza mayoritaria, reconociendo errores, centrando el mayor esfuerzo en proponer soluciones para mejorar sus condiciones de vida y mostrando con seriedad, pero sin aspavientos ni abandonos, los fallos y contradicciones de un gobierno municipal al que antes o después se le acabará el discurso único de la falta de dinero.
El tiempo dirá si el final del duelo y la superación de la fase de rabia puede ser liderada por el actual PP de Villena o si, por el contrario, tiene que producirse una catarsis que incorpore nuevos liderazgos para lanzar a Villena renovadas propuestas en tiempos de dificultad e inseguridad.