Cuando desperté tenía los ojos vendados y estaba encadenado a una silla
Me agarraron por sorpresa y me metieron a la fuerza en un coche. Después note un pinchazo y poco más. Cuando desperté, tenía los ojos vendados y estaba encadenado a una silla que no podía mover porque la habían anclado al suelo. Me llegaron sonidos de pisadas delante de mí. Y después una voz dijo que no tenía claro cuál sería el sistema idóneo que deberían emplear; y aunque no me hablaba a mí directamente (allí había dos hombres más, como pude comprobar a continuación por la conversación que iban a mantener), supe lógicamente que al decir emplear se refería a emplear conmigo.
Prosiguió haciendo una encendida defensa de la zarpa del gato e inmediatamente deduje que al decir sistema quería decir sistema de tortura, ya que yo había leído bastante sobre el tema. La zarpa del gato consiste en colgarte desnudo y rascarte con unos palos con varios garfios en la punta hasta que quedas con los huesos al aire y te desangras. El segundo hombre apostó por la sierra, cuyo método es colgarte por los tobillos y serrarte desde los genitales hasta que quedas dividido en dos. El tercero abogó sin duda por la doncella de hierro, un sarcófago con su interior lleno de pinchos que atraviesan estratégicamente todo tu cuerpo (vilmente ojos y genitales...) para que tardes en morir varios días, y añadió que afortunadamente tenían uno en el almacén. Quedaba claro, por tanto, que hablaban de sistemas de tortura hasta la muerte. Después siguieron discutiendo sobre otras posibles alternativas como el empalamiento (te introducen una estaca por el ano hasta que te sale por la boca); la pera (artilugio que te introducen por el ano o la vagina y van abriendo con una manivela hasta que sus pinchos te desgarran); el descuartizamiento por caballos (te atan las cuatro extremidades a sogas que son tiradas por caballos hasta que te desmiembras), aunque uno dijo que conseguir los caballos con rapidez sería un serio inconveniente. Como el tema me interesaba, me tome la libertad de añadir que estaban olvidando los refinados sistemas orientales, como la gota china (te inmovilizan tumbado boca arriba y cada cinco segundos te cae una gota fría sobre la frente hasta que enloqueces y a los pocos días mueres por paro cardíaco) o la campana (te colocan bajo una gran campana que hacen sonar continuamente hasta que también enloqueces y mueres de igual modo). Al comprobar mis conocimientos y mi talante colaborador, empezaron a mostrar hacia mí una actitud de cierta empatía y respeto, y se interesaron por las circunstancias que podrían haber provocado que les contrataran para eliminarme cruelmente. Les dije que no tenía ni idea, que yo simplemente era un autónomo que trabajaba para la administración y que malvivía como podía porque ayuntamientos y demás instituciones públicas estaban años sin pagarme una maldita factura, y que había reclamado hasta el delirio por todas las vías legales. Inmediatamente uno de ellos, saltándose el protocolo, exclamó con catártica franqueza que lo mismo les pasaba a ellos, que también trabajaban para la administración y que les debían una docena de encargos como el mío desde el año 2010. Después de blasfemar contra ministros, diputados y alcaldes afirmaron que se iban a encargar de que la cosa cambiara de una vez por todas, y, mientras me soltaban amablemente, me pidieron que si me apetecía unirme a ellos. ¿Usted qué hubiera contestado?