Cuando en Villena sólo trabajaban las mujeres
¿Sabían ustedes, amigos y amigas lectores, que allá por el último cuarto del siglo XIX en Villena sólo trabajaban las mujeres? Pues entérese para que no se equivoque a la hora de analizar la idiosincrasia villenera. Se lo voy a contar yo gracias a los apuntes viajeros de uno de los muchos parajes en la época veraniega. Leyendo los detalles de esta crónica enviada a Los Debates por uno de esos turistas veraniegos, nos podemos enterar de cosas increíbles. Por ejemplo, y tal como han leído ustedes en el titular de este modesto comentario, que en la villa villenera eran las mujeres las encargadas de trabajar.
No se cita, sin embargo, el tipo de trabajo, aunque se supone que estará incluido el de darle a la azada en el campo o en la huerta, si tenemos en cuenta que el género masculino, es decir los hombres, se dedicaban exclusivamente a fumar la pipa.
Pero la descripción del corresponsal no se limita sólo al aspecto laboral, porque incluye en su regocijante crónica otros detalles a cuál más despiporrante, a saber: Que en estas regiones no hay ni pájaros, ni mariposas, ni siquiera fuentes
El descacharrante relato sigue describiendo los pasajes villeneros, como una especie de escenario para películas de terror con vampiros a falta de pájaros. El corresponsal asegura que el paisaje de estas provincias carece de toda poesía y que los caseríos están por lo visto pintados de negro para acomodarse a la tristeza del ambiente, que se completa con la definición de la lengua de sus habitantes que el delirante corresponsal califica, sencillamente de jerga.
La desternillante reseña la he podido copiar en el Noticiero Villenero, el diario de mayor tirada de su época en la Villa. Tal como se podía leer bajo el título del periódico que aseguraba ser el periódico imparcial y el de mayor tirada en esta villa. Eco del comercio y de todos los intereses de la comarca . El día 4 de agosto de 1879 en su sección de Gacetilla, este periódico incluía una nota en la que se leía lo siguiente:
Entre la multitud de gentes del interior que nos honra todos los veranos con su asistencia y recorren nuestros valles y montañas encantadas de su verde, accidentada y hermosa naturaleza y del carácter hospitalario y honrado de los laboriosos habitantes, hay algunas que no debieran salir de aquellas caliginosas y áridas llanuras. Al número de estos desdichados y excepcionales viajeros pertenecen uno que se ha descolgado por el Arrabal y escribe cartas a los Debates diciéndoles: que estas comarcas carecen de toda poesía, que en ellas no se ve un pájaro ni una mariposa, que no hay fuentes en sus valles ni montañas, que la lengua de los habitantes es una jerga, y otra porción de majaderías de este calibre.
El redactor de la noticia se tomó tan en serio aquella descacharrante descripción de la comarca alicantina que terminó su reseña asegurando que el visitante debía tener los ojos en los pies y el corazón en el culo (él lo llamaba pudorosamente asentaderas). Yo pienso que semejante gamberrada literaria era más bien apta para desternillarse que para enfadarse. ¿Se imaginan ustedes que los pájaros y las mariposas se hubiesen unido para declarar el boicot? ¿No es como para mondarse pensar que las mujeres se dedicaran a divertirse dándole a la azada mientras sus pobres maridos sudaban fumando majestuosamente la pipa? ¿Y no resulta también desternillante esa manía de pintar los caseríos de negro?
Yo pienso que aquella descripción del estrambótico visitante no merecía el premio de tomarla en serio, sino más bien de invitar al lector a la más estrepitosa carcajada. Lo que no entiendo es el empeño del visitante por ofrecer aquella descripción de nuestra comarca. La única explicación que se me ocurre es la que decía el famoso torero cordobés: Hay gente p´a tó.
Fdo: Luis Soria Navarro