Educación

Cuatrocientos doce escolares participan en el taller de prehistoria del Cabezo Redondo

Un total de 412 alumnos de todos los colegios de Villena pasarán por los talleres de prehistoria que se están realizando en el yacimiento arqueológico del Cabezo Redondo desde el pasado mes de marzo y concluirán a finales de mayo. Una iniciativa de la Concejalía de Educación, en colaboración con el Museo Arqueológico “José María Soler”, para mostrar a los más pequeños cómo se vivía en la Edad del Bronce.
Después de los dos años que ha estado en rehabilitación este poblado, esta primavera se han retomado estos talleres, que se dirigen a escolares de 4º 5 y 6º de Primaria (incluyendo los del centro de educación especial de APADIS), “y cuya finalidad es que aprendan in situ cómo eran y cómo vivían nuestros antepasados, pero también se les enseña cómo trabajaban, dejándoles manipular utensilios”, indicaba la edil de Educación, Virtudes Hernández.

En palabras de la concejala “es muy importante que vivan esto primera persona, que conozcan el poblado, que lo sientan como algo realmente suyo y que asuman la importancia tanto del Cabezo Redondo como de nuestro origen y de cómo hemos ido evolucionando, porque es la mejor forma de que se respete y cuide este yacimiento”. De hecho es la primera vez que muchos de estos alumnos visitan el poblado “y se quedan impresionados”, aseguraba Hernández.

Aprovechando que el Cabezo Redondo está cada vez más adecuado para la visita, que disponía una guía didáctica específica de la Edad del Bronce y una maleta didáctica, el Museo decidió efectuar estos talleres de Prehistoria “para sacar el máximo partido posible a nuestro patrimonio y a la educación de nuestros escolares con poca inversión”, afirmaba su directora, Laura Hernández.

En primer lugar se ofrece a los alumnos una charla en los colegios, donde un técnico del Museo Arqueológico les introduce en la Prehistoria y los modos de vida, explicándoles también qué verán en el yacimiento y cómo se debe visitar.

Ya sobre el terreno, los estudiantes se dividen en dos pequeños grupos. Uno se queda manipulando los objetos de la maleta didáctica, probando a moler trigo, hacer fuego, disparar jabalinas, etc., “de manera que pueden valorar la tecnología que tenemos hoy en día para estas labores”, decía Hernández. Mientras el otro grupo sube a ver los restos arqueológicos, cumplimentando una ficha didáctica preparada para la ocasión.

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