Cuento de Navidad
No hace mucho, en un lugar llamado Villena gobernaba la reina Vicenta Tortosa, que con el paso de los años iba perdiendo su credibilidad con los habitantes del reino. A la reina le apoyaban dos grupos minoritarios de la población, lo que hizo que saliese elegida en las pasadas elecciones. Tanto la reina como la gente que ocupaba su mesa redonda no eran del agrado de los habitantes, ya que durante su mandato poco o casi nada habían hecho por el pueblo.
La gente demandaba que la fiesta nacional llegara al pueblo y que no tuviesen que recorrer caminos en sus carretas para llegar a alguna aldea que sí que la tuviera. También demandaban un lugar de recreo para sus hijos y que a la vez también les sirviese a ellos para el mismo fin. Pero la reina y su mesa redonda, en vez de construir, destruían.
De todo esto se dio cuenta una aldeana llamada Celia Lledó, que viendo el acercamiento de las próximas elecciones al reino se presentó al pueblo, prometiendo trabajo y dedicación para construir todo lo que la gente demandaba. La aldeana empezó a buscar gente para configurar su mesa redonda, ya que sin ellos poco podría hacer. Cuando los tuvo a todos reclutados los presentó en una gran reunión en la plaza del pueblo, bajo la atenta vigilancia de la reina, que poco a poco se empezó a dar cuenta de que podía perder el poder.
Llegó el día de la votación y lo que todo el mundo preveía sucedió. La aldeana arrasó a la reina y el cambio de poder había llegado. El pueblo salió a la calle y organizó una fiesta por todo lo alto bailando durante toda la noche. Pero ahora le tocaba el turno a Celia de trabajar duro y conseguir para el pueblo lo que había demandado. Sin perder tiempo se puso a trabajar rodeada de su mesa redonda y las cosas empezaron a ver la luz. A la vez que la navidad llegaba al pueblo y todo el mundo engalanaba sus casas, Celia y su equipo seguía trabajando para dar un buen regalo de navidad a los habitantes de aquella aldea. La gente sabia del trabajo de la nueva reina y todos estaban seguros que al final lo conseguiría.
Pero llegó el día 24 de diciembre y Celia recibió una carta de La Corte expresándole que, por motivos de capital, podían enviarle el material de construcción, pero no podían hacerse cargo del gasto de mano de obra. La reina no sabia cómo iba a decírselo al pueblo, pero con la llegada de las carretas con los materiales no tuvo otra opción que reunir a todos en la plaza y comentárselo. Tenían el material pero no los obreros. Después de la reunión la reina se retiró a su posada a recapacitar y a pensar en algo, pero no dio con ninguna solución. A la mañana siguiente, ya día 25 Navidad, Celia se levantó y se asomó a la ventana y cuál fue su sorpresa que todo el pueblo estaba trabajando en la construcción de estos recintos, bueno, todo el mundo menos la anterior reina y su mesa redonda. Celia se vistió rápidamente, llamo a todo su equipo y ayudaron a los aldeanos en todo lo que necesitaron. El pueblo en poco menos de medio año tuvo su fiesta nacional y su lugar de recreo. Ese año la Navidad fue muy especial en el pueblo de Villena.
Moraleja: con fe, trabajo y confianza todo llega