Cartas al Director

De alcaldes chavistas y alcaldes chovinistas

Cuando los calificativos no califican, sino que se usan con intención de ofender o molestar, se los denomina descalificativos. Si ese adjetivo se construye a partir del nombre o los apellidos de una persona, el sustantivo adquiere una dimensión sustantiva, de relevancia no solo lingüística, sino también simbólica y cultural.
El fallecido Hugo Chávez, mandatario de la República Bolivariana de Venezuela, aspiró a muchas cosas en vida. Entre otras, a ser recordado como un insigne revolucionario y salvador de su patria. Pero tal vez nunca imaginó que su apellido pudiera servir como insulto o postilla denigratoria en el actual panorama político español. Más allá de las consideraciones ideológicas, alguien podría pensar que se trata de un asunto“kafkiano”, por incomprensible, o “berlanguiano”, por absurdamente cómico. Tal vez los más utópicos piensen con cierto orgullo que es una cosa “quijotesca”.

Las expresiones “chavista” y “chavismo” van camino de trascender el personaje, el ideario y el espacio geográfico del que surgen, para integrarse en nuestro vocabulario cotidiano como sinónimos de “rojo de mierda populista”. Aunque los académicos de la lengua española aún no se han manifestado al respecto, para los medios más conservadores y los políticos de derechas no sería del todo descabellado, al menos cuando se refieren a los militantes de Podemos. Si bien, la supuesta justificación atendería a relaciones profesionales y pecuniarias, junto a manifiestas simpatías de estos representantes de la autoproclamada nueva política por la figura y el legado de Chávez.

La cosa cambia cuando el que recurre al calificativo es un responsable local del PSOE. Fulgencio Cerdán, secretario general de la Agrupación Socialista de Villena, abusó del término “chavista” para aludir al alcalde de un modo desafortunado. Supongo que su intención no era agraviar, sino caracterizar. Pero en todo caso, el resbalón ha podido ser considerable, a la altura de las críticas y la repercusión de sus palabras. Más teniendo en cuenta que alcaldes socialistas también comparecen en el mismo medio radiofónico y con formatos similares en sus municipios. La vehemencia que se respira en el ambiente preelectoral de una eterna campaña a nivel estatal no debería contaminar la política villenense. Bastante tenemos ya con sufrir cada día olores nauseabundos.

Sin duda, hay diferencias entre las apariciones mediáticas de Chávez y las de Esquembre en un reciente programa de radio. Mientras uno utilizaba medios públicos (radio y televisión) en su programa “Aló Presidente”, el otro aprovecha las ondas de una emisora privada. Mientras uno dedicaba horas en sus alocuciones, el otro dispone de unos cuantos minutos. Mientras uno esgrimía una verborrea exaltada y un tono beligerante contra sus enemigos políticos (encarcelados o no), el otro mantiene unas expresiones amables y cercanas respondiendo a los vecinos y las vecinas.

Lo que sí podrían llegar a tener en común, esperemos que no, es un concepto “chovinista” o autocomplaciente, creyendo que los medios de comunicación sustituyen a la democracia. Que contestar a preguntas preseleccionadas es ejercer la transparencia. Que los recursos públicos deben financiar la mejora de su imagen pública. Que un programa mensual es suficiente para rendir cuentas a la ciudadanía.

Desconozco si esta interesante iniciativa ha sido propuesta por la radio o por el Ayuntamiento; cuál es el posible coste para el erario municipal; con qué criterios se eligen las preguntas; quién se encarga de hacerlo. Tal vez alguien lo pregunte el próximo mes.

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