Apaga y vámonos

De caudillos y conversos

Con verbo ácido y denigrante anima a las huestes de la extrema derecha a vilipendiar con voracidad al Gobierno, metiéndoles el miedo en el cuerpo y convenciéndoles de que España está peor que nunca. Federico Jiménez Losantos, el predicador más controvertido y provocador de la prensa española, se ha erigido, desde que el PSOE ganara las elecciones, en el caudillo del PP más conservador: dirigentes y simpatizantes se rinden a sus proclamas con una mezcla de admiración, respeto y temor. La Iglesia Católica, dueña de la emisora, le deja hacer a pesar de tirar por tierra la mayor parte de sus valores. Y por si esto fuera poco, está creando escuela.
Este elemento, tan radical como todos los conversos (el pobre no ha podido borrar las huellas de su pasado maoísta), se ha convertido en paradigma de la intolerancia y el pensamiento único, ya que su lema es el lamentable “o conmigo o contra mí”, como bien saben Alberto Ruiz Gallardón, Josep Piqué, Javier Arenas o el mismísimo Mariano “maricomplejines” Rajoy, cuyo pecado capital es huir del radicalismo en dirección a esa entelequia llamada “el centro”, verdadero caladero de votos para unos y otros en esta España despolitizada y moderna de 2006: la España de la clase media.

Le peor de esto, con todo, es la insufrible versión local que nos toca aguantar en Villena, donde el Estilo Federico ha calado hasta la médula de otro converso que día sí día también se dedica a insultar, menospreciar y calumniar a quienes no piensan como él, empezando por Vicenta Tortosa y José Ayelo, siguiendo por el 90 por ciento de los profesionales del periodismo local y acabando por Celia Lledó, Paco Mas, Adela Serra y Vicente Rodes (por ahora), estos últimos, como todo el mundo sabe, concejales del Partido Popular, una formación que, a los ojos de nuestro predicador de andar por casa, hasta hace unos meses era el súmmum de la perfección –cosa que yo no comparto– y en estos momentos es poco más que una banda de paletos, arribistas y trepas –cosa que comparto aún menos, habida cuenta de que tengo razones más que suficientes para confiar en las aptitudes y buenas intenciones de un grupo de personas que se merecen tanto respeto como el que más.

Estos últimos arranques de demencia (¿senil?) del interfecto, jaleados únicamente por Pelé, Melé y el Mocho de la Escoba, vienen además acompañados por un mesianismo que alcanza las mayores cimas del disparate: Como su admirado Federico, que en su día formó parte del llamado Sindicato del Crimen (grupo de periodistas en el que tomaron partido, entre otros, Pedro J. Ramírez, Luis M. Anson, Antonio Herrero y el propio Losantos, y cuya misión era acabar con el Felipismo aunque para ello hubiera que “elevar la crítica y la crispación hasta rozar la estabilidad del Estado”, según reconoció Anson años después), nuestro pequeño Rasputín anda lanzando a los cuatro vientos y a todo aquel que quiera oírle que tiene preparada una batería de artículos y montajes que irá dando a conocer a medida que se acerquen las elecciones municipales con la intención de hacer el mayor daño posible al Partido Popular de Villena, ignorando, pobre de él, que el mayor daño que le puede hacer al partido no es ni más ni menos que su presencia entre sus filas, ya sea en su ejecutiva, en su lista electoral de cara a los próximos comicios o aspirando a un cargo de confianza como el que ya disfrutó en su día con el extraordinario, brillantísimo y espectacular resultado que todos conocemos.

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