De entre los diversos objetos aparece, con paso tímido y vacilante, una cucaracha
La primera vez que le propuse mi idea al Consejo de la protectora de animales de la que formo parte, tengo que reconocer que me miraron con acentuado escepticismo. Nunca se había hecho nada igual; pero mi discurso argumentativo fue tan convincente (es cuestión de pura lógica y coherencia: ¿cómo podremos seguir mirándonos al espejo con dignidad si continuamos con unos principios llenos de demagogia e incomprensibles tics culturales?), que accedieron a comenzar con el proyecto en periodo de prueba.
De eso hace ya un largo año. Hemos crecido mucho desde entonces. [De entre los diversos objetos que hay sobre la mesa aparece, con paso tímido y vacilante, una cucaracha.] Les presento a Gertrudis. [El blatodeo parece mover una antena a modo de saludo.] Está con nosotros gracias al Proyecto de Protección de Animales en Peligro de Exclusión por Prejuicios, Fobias y Supersticiones. Como ella, miles de animales en todo el mundo mueren exterminados por peregrinas y egoístas razones que solo benefician a los humanos. Como ella, ratas, arañas, serpientes, gusanos, murciélagos, babosas, sapos, sanguijuelas, escorpiones, saltamontes y otras miles de especies sufren persecución, ira y desprecio. ¿Por qué ese pringoso y pomposo favoritismo hacia perritos y gatitos? ¿Por qué esa pedante, autoritaria y falsa actitud protectora hacia pececitos y pajaritos, a los que encerramos en acuarios o jaulas?
Según las cifras, siempre incompletas, a finales del siglo XX había clasificadas cerca de 1.241.200 de especies, repartidas de la siguiente manera: 1.080.000 de artrópodos (955.000 de insectos, 80.000 de arácnidos y 45.000 de crustáceos), 110.000 de moluscos y 51.200 de cordados (24.200 de peces, 4.400 de anfibios, 7.200 de reptiles, 10.700 de pájaros y 4.700 de mamíferos). ¿Se dan cuenta de nuestra prepotencia?
Nuestro mensaje es claro: si se cruzan con algunos de estos animalillos, a menudo paralizados por el pánico que les producen los humanos, superen sus instintos y mantengan la calma. Llámennos al número correspondiente a su país que aparece en nuestra publicidad intrusiva a nivel mundial. Rápidamente un equipo de nuestros voluntarios aparecerá y resolverá el asunto sin daño para nadie. Pero nuestros objetivos a medio y largo plazo son todavía más ambiciosos. Queremos distanciarnos del resto de hipócritas Sociedades Protectores de Animales y de biólogos que, con la excusa de preservar las especies, las tratan como piezas de museo y solo quieren que sigan existiendo ejemplares, así, como si fueran pura mercancía.
Nosotros abogamos por el reconocimiento de cada uno de los ejemplares de cada una de las especies existentes. Abogamos por la más estricta individualización, sin la cual no son posibles los más básicos derechos y reconocimientos. Abogamos por que cada ejemplar tenga su propio nombre y tarjeta de identidad con sus datos elementales, y que la sociedad les permita realizarse y progresar. Abogamos por que los políticos reconozcan esta nueva realidad de fraternidad igualitaria; por que los urbanistas diseñen nuevas ciudades donde pueda darse esta nueva y esperanzadora convivencia; por que los cocineros del mundo renuncien a sus sanguinarios devaneos gastronómicos y solo utilicen materia creada en el laboratorio. [La cucaracha parece aplaudir con sus antenas.] Demos una oportunidad a la vida sin adjetivos y sin clasificaciones. ¿O acaso no sienten cómo los ácaros les aceptan sin cuestionar sus míseras e ilusorias vidas?