De Oca a Oca
Y tiro porque me toca. Cuando era pequeño y jugaba al parchís me resultaba algo inquietante el revés del tablero: el Juego de la Oca. En el parchís hay una estrategia que se mezcla con el azar del dado. Los contrincantes diseñan una táctica en la que las fichas avanzan o se detienen según el cálculo del jugador, con el fin de meter las cuatro en su casillero y ganar la partida, siendo que en el trayecto se come alguna ficha contraria; sin embargo en el juego de la oca, la cosa no es así.
Los jugadores parten de la misma casilla y es en el tránsito del camino donde se encuentran con ocas que aligeran el paso, con puentes que hacen avanzar o retroceder, posadas en las que es obligatorio el reposo, laberintos en los cuales uno se extravía y ralentiza el periplo; hay pozos con desagradables sorpresas y
sobre todo: ¡la muerte! ¡Ay si caemos en la calavera!: volvemos a empezar de nuevo.
Todo lo anterior, como decía, me resultaba intrigante de pequeño, también de mayor. No hace falta ser un lince para darse cuenta que el Juego de la Oca es una especie de metáfora de la vida, en la que se nos presentan barreras que sortear, dificultades que vencer, puentes que nos transportan a mundos maravillosos o, por el contrario, condenarnos a la frustración y el olvido. En la vida seguimos aspirando a la felicidad, que rara vez llegamos a rozar con los dedos, quizás, quizás con la ayuda de alguna oca amiga y misteriosa. Es fácil, también, caer en pozos de tristeza y desesperación, adentrarnos en aventuras laberínticas en las que nunca llegamos a encontrar el hilo de Ariadna o, tristemente, vernos las caras con la muerte de una amiga, de un familiar de un ser querido. En resumen: El Juego de la Oca.
Y ¿por qué esta disertación sobre el parchís y la oca? La respuesta tiene que ver con la política municipal. ¿Se han dado cuenta de la similitud entre la composición del tablero del parchís y nuestros gobernantes municipales?: Hay verdes, azules que podían ser del PP, amarillos los No Adscritos y rojos, el PSOE. Ya tenemos el parchís montado, y en el juego se comen unos a otros, hacen bloqueos para impedir el paso, se persiguen por el tablero municipal, se unen para no ser zampados, se emboscan en alguna casilla protegida desde la que poder asaltar a quien está a punto de entrar en zona segura
Pero, desde donde la ciudadanía observa con estupor las maniobras orquestales en la oscuridad de nuestros políticos es en el Juego de la Oca. Que un partido se rompe en mil pedazos y los cristales rotos los recogemos entre todos, pues nada, el otro partido aprovecha la ocasión y de una forma, repito forma, extraña, absurda e inconcebible resuelve cambiar de portavoz, o sea, de oca a oca. No entro en la categoría de las ocas, sin son mejores o peores, si unas son blancas y otras negras, si los problemas son internos o externos, solamente observo que a un movimiento torpe del PP le responde con otro torpe también el PSOE. Y que nadie me reproche el hecho de que no se puede comparar lo ocurrido en un partido y en otro. ¡Ya lo sé! Simplemente afirmo que es difícil de entender que un grupo político, viendo lo que ha sucedido en casa ajena, cometa la obscenidad de cambiar de portavoz municipal sin el consenso adecuado, sin miramientos hacia la ciudadanía, que asiste --asistimos-- estupefacta a estos fuegos de artificio en los que, casi siempre, la causa es la guerra de guerrillas de partido, y que no debieran incidir en el ánimo de la población. De oca a oca y tiro porque me toca, y me toca como ciudadano reclamar un poco más de seriedad, de aplomo y de sentido común, algo tan alejado de las luchas cainitas de los partidos.
Poco importa a la gente de Villena si quien manda es Alarte, Pajín, Barceló, Moreno o Pablo Iglesias. Reclamo como vecino de Villena que se me trate con cierta educación y que mi Consistorio no sea una jaula de grillos, en el que el gobierno es más propio de una película de los Hermanos Marx y su parte contratante de la primera parte y la parte contratante de la segunda parte. Suplico algo más que luchas intestinas y cambios acomodaticios. Soy de la opinión de que presentarse en una lista electoral tiene su mérito, el hecho de ser concejal conlleva una gran cantidad de desgaste y no digamos el cargo de Alcalde-Alcaldesa. Siempre contarán con mi felicitación aquellas personas que intenten dar el salto a la política municipal pues es notorio el grado de descrédito que atesora, pero esto no es impedimento para que se guarden algunas formas, se cuiden comportamientos y no se dé el espectáculo del todo vale. El político se gana a pulso su pésima fama. En fin.
Parece que, en Villena, vayamos de victoria en victoria hasta la derrota final, de oca a oca y
¿la ciudadanía nunca tira? ¡Ah!, está plácidamente en la posada.