Cultura

¿De qué se habla cuando se habla de cultura?

Decíamos la semana pasada que en Villena parecen brotar únicamente las propuestas que de algún modo huelen a viejo. Aquello se trajo a raíz de las candidaturas de las obras de Roberto López a un par de premio nacionales. Y aquello que ahora retomo deseaba ser una provocación. Una frase pasada de rosca que propiciara respuestas.
Sabemos sobradamente que nuestra ciudad rebosa cultura por los costados no atorados por vías y autovías. Y sin embargo todavía hay quien insiste en que nuestra ciudad sufre males de índole cultural. Quizás el problema al que nos enfrentamos no apunta hacia la manutención de la cultura heredada, ni a la continuidad de las instituciones, asociaciones, consagradas, y no es necesario el uso de adverbios de duda sino que resultan evidentes las presencias de unas y los logros de las otras. Entonces, cuando algunas personas opinamos que nuestra ciudad continúa en deuda con la cultura, ¿a qué nos referimos?, ¿de qué hablamos cuando hablamos de cultura?

Dejando de lado la polémica sobre el acierto pongamos del Día Sin Coche, que un año tras otro nos ha regalado el grupo Verde, pasamos nuestros días sin que haya mayor o menor asombro por su ausencia. Como ante esta propuesta pasamos sobre otras con absoluta indiferencia: grupos de música o teatro que cesan su actividad, festivales, concursos, muestras, programaciones que existieron caen en el saco de la historia sin más dolor que el de unas cuantas personas cercanas e interesadas. Como ocurre desgraciadamente tras el abandono del interés en los noticiarios de un desastre natural, muchas propuestas se deshilan con cada segundo transcurrido. En ocasiones la nostalgia provoca la reacción de un grupo que intenta retomar un proyecto olvidado, unas veces funciona, la mayoría no. Pero tampoco hablamos de eso cuando hablamos de cultura. Cuando criticamos la cultura, diría con mayor acierto. Porque el juicio se cimenta en la idoneidad del terreno cultural de nuestra ciudad de cara a que en él puedan surgir nuevas propuestas. De nada sirve abrir campo para la intervención de nuevos valores si ese espacio está árido y plagado de obstáculos. ¿Qué hace quien desarrolla una labor en cualquier disciplina artística, creativa? ¿Dónde va? ¿En qué espacio y cómo desarrolla aquello que se llama participación, aportación ciudadana? Diremos con el paso de los años que los ochenta y los noventa fueron productivos, prolíficos, y que la apatía de las generaciones posteriores, la “play”, hizo disminuir la inquietud creativa en nuestra ciudad. Alguien, con dos dedos de frente y con interés por la verdad, dirá que es mentira. Pero ocurrirá llegado el caso, porque me consta que existe un movimiento cultural sumergido, una actividad que llega incluso a obviar, ignorar, la realidad cultural de Villena para irrumpir tal vez a través del ciberespacio en un universo donde su voz se escucha.

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