De (re)estreno
Abandonad toda esperanza, salmo 476º
Si usted está leyendo estas líneas el mismo viernes de su publicación y vive en Villena o alrededores, ha de saber que a partir de mañana sábado 8 y hasta el día 20 tiene la oportunidad de asistir a la Semana de Cine de Villena, que lleva trayendo a nuestra ciudad durante treinta y cuatro veranos de forma ininterrumpida algunos de los estrenos más interesantes de cada temporada. Organizada por el Cine Club Villena, en esta ocasión la Semana ofrece la oportunidad de asistir a un pase de Matar el tiempo presentado por su director, Antonio Hernández, además de proyecciones tan interesantes como lo último de Pixar, Del revés; los más recientes trabajos de Isabel Coixet y Wim Wenders, Aprendiendo a conducir y Todo saldrá bien; la nueva adaptación del clásico de Thomas Hardy Lejos del mundanal ruido; o la cinta que más me apetece ver a priori de toda la programación: El padre, de Fatih Akin. Una cita ineludible, pues, para los amantes del cine.
Eso sí, echo en falta en la programación de este año el reestreno de un clásico del séptimo arte: uno de los mejores recuerdos que guardo de las primeras ediciones de este evento a las que asistí siendo adolescente y varios años antes de formar yo mismo parte de su organización, es el de haber podido ver en pantalla grande y en versión original verdaderas obras maestras de cineastas como John Ford, Orson Welles o Billy Wilder. Así, los cinéfilos del lugar pudimos gozar de forma parecida a como lo hicieron los primeros espectadores de sus respectivos estrenos de cintas como Historias de Filadelfia, Sed de mal, Irma la Dulce o El hombre que mató a Liberty Valance, esta última desde el momento en que la vi una de mis películas favoritas de la historia del cine. También me acuerdo de lo que disfruté viendo Día de fiesta de Jacques Tati, cineasta del que hoy mismo se reestrena en España otro de sus títulos más conocidos: Las vacaciones de Mr. Hulot. Quintaesencia de su manera de entender la comedia, heredera del slapstick del cine silente norteamericano pasado por el tamiz de la sensibilidad europea del realizador francés, recuperar esta película de 1953 habría sido una excelente oportunidad para que los villenenses se reencontraran con Tati un par de décadas después.
Estos días también se reestrena otra producción francesa muy posterior, pero que ya tiene casi treinta años a sus espaldas: Mala sangre es el segundo largometraje del enfant terrible por excelencia del cine galo actual, Leos Carax. Si en su tercera y más célebre película, Los amantes del Pont-Neuf, trataba su tema favorito, el amour fou, con la mirada puesta en la obra de su antecesor Jean Vigo, en este trabajo de 1986 que ahora regresa a nuestros cines (con un nuevo cartel ilustrado para la ocasión por David de las Heras, y que deberían de poder ver aquí al lado) parece inspirarse en el cine de Jean-Luc Godard a la hora de construir un relato poético acerca del amor y sus consecuencias con un envoltorio de serie negra. Sustituyan a Belmondo y su correspondiente partenaire de À bout de souffle o Pierrot le fou por Denis Lavant y Juliette Binoche, y voilà: un Carax genuino y aupado a la altura de clásico contemporáneo gracias a su romanticismo exacerbado, sus diálogos literarios y a una escena al ritmo del "Modern Love" de David Bowie. Un inciso: al igual que Godard, que metía a sus idolatrados Fritz Lang o Samuel Fuller a poco que podía, Carax recluta a otro tótem de la cultura popular, nada menos que Hugo Pratt -el creador de Corto Maltés-, aquí en uno de sus escasos cometidos como actor. Solo por eso ya valdría la pena darle una oportunidad al film.
Por otra parte, si se hubiera querido tirar para casa, podría haberse recurrido al reciente reestreno de la producción española El mundo sigue. Aunque lo de reestreno es un decir: rodada en 1963, no llegó a los cines hasta dos años después, y tras estar en cartel apenas unos días, los organismos censores hicieron valer su prerrogativa y obligaron a retirarla de circulación, convirtiéndola en una de las películas malditas por antonomasia de nuestro cine. Ahora, medio siglo después, la cinta con la que el actor y director Fernando Fernán Gómez cerraba la trilogía que también integran La vida por delante y La vida alrededor regresa en una copia restaurada. Personalmente, y al contrario de lo que afirman algunos críticos, no me parece el mejor trabajo de su autor (mérito que podrían merecer más El extraño viaje o El viaje a ninguna parte, por ejemplo): algunas obviedades en el retrato de sus personajes o el uso de la voz en off para mostrar los pensamientos de estos van en menoscabo de su calidad, además de que se me antoja que su principal propuesta, la intención crítica, ya la realizó antes y mejor Juan Antonio Bardem en sus, estas sí, obras maestras Calle Mayor y Nunca pasa nada. Pero eso no quita para que el trabajo de sus responsables, de las protagonistas Lina Canalejas y Gemma Cuervo al propio Fernán Gómez pasando por todos y cada uno de los actores del reparto (donde no faltan esos característicos tan propios de nuestro cine, como Agustín González o unos episódicos José María Caffarel y María Luisa Ponte), sea ejemplar, y que la imagen negra, muy negra, que esta muestra de neorrealismo patrio ofrece de nuestro país siga alarmantemente vigente en nuestros días. Así pues, si quieren verla, dense prisa y búsquenla en alguna sala de cine, porque con la excusa de la ley mordaza -perdón, quise decir la ley de seguridad ciudadana- igual la vuelven a censurar.
La 34.ª Semana de Cine de Villena se celebra del 8 al 20 de agosto de 2015; Las vacaciones de Mr. Hulot, Mala sangre y El mundo sigue se proyectan en cines de toda España.