Opinión

De un tiempo a esta parte (Artículo de opinión)

De un tiempo a esta parte parece que el país haya perdido el norte y que nosotros, sus habitantes, estemos desorientados, aplaudiendo o recriminando, según sea el momento al último que da el grito en el escenario. Con burbuja o sin ella, con descaro o sin él, la gran verdad (y una vida funciona a base de verdades) es que hasta 2008 todos vivimos una especie de sueño económico del que pensamos nunca íbamos a despertar.
Viajamos, compramos coches, nos hipotecamos hasta las cejas y aún nos quedaba tiempo para pasearnos todos los restaurantes de moda que anunciaba el último gurú del barrio al respecto. Todas las noticias hablaban de nuestra bonanza y por un momento sacamos pecho, nos inflamos de orgullo por ser españoles y pensamos que la fiesta no iba a acabar nunca.

Pero todas las fiestas terminan y ésta no iba a ser una excepción. A partir del 1º trimestre del 2008, la burbuja comenzó a desinflarse. Las primeras empresas empezaron a despedir trabajadores al ver que las cuentas ya no les salían. Los bancos que hasta hacía dos días nos daban todo lo que pedíamos, más lo que ellos nos sugerían que queríamos, empezaban a mirarnos de lado y a decirnos que no, que ya no daban nada. Allende los mares, firmas de nombres anglosajones empezaban a asomarse a los telediarios noticiando asombrosas bancarrotas y los gobiernos del mundo entero anunciaban que una gran sombra se cernía sobre nuestras economías. Bueno, todos los gobiernos no. En España el gobierno de turno, hablaba de leve desaceleración y empezaba a gastar dinero en construir aceras nuevas, como si bordillos tan bajos pudieran ser muros de contención de lo que se cocía a nuestro alrededor.

Ya cuando el agua, más que estar al cuello, había ahogado a los más bajitos, el gobierno de Zapatero y Rubalcaba reconocía que España estaba en crisis y tras parchear de forma inútil una economía que por días se iba al garete y ser incapaces de hacer nada más, simple y llanamente, adelantaron las elecciones en un acto similar al de esas ratas que vemos bajar de los barcos atracados en el puerto por las gruesas maromas de amarre.

Por el camino quedaron 5.000.000 de parados (un 20% de la masa obrera), 185.000 autónomos que tuvieron que quedarse en casa y 250.000 empresas que tuvieron que echar el cierre. Todo eso se convirtió en hipotecas que no se podían pagar, lo que empezó a destapar los graves problemas que afectaban a los bancos y a las cajas, instituciones que también se habían unido a la fiesta de todos. Empezamos a oír hablar de primas, de preferentes, de sub-prime y de otros términos que nos dejaban la boca así como abierta, mientras que a nuestro alrededor todos los castillos de naipes se iban cayendo. El vecino aquel que se había metido en dos hipotecas y un mercedes, iba ahora de banco en banco como zombie, pidiendo aplazamientos y otras bagatelas. Aquella parejita tan simpática que se había comprado un adosado tipo Cantora, ahora se iba a vivir cada uno a casa de sus padres respectivos, porque ya no estaban para cantes, y los comedores sociales empezaban a poner el cartel de “no hay billetes”, mientras las colas en los bancos de alimentos empezaban a dar vueltas a la manzana.

En pocas palabras, el país estaba arruinado y Zapatero y sus adláteres abandonaban el escenario por la puerta falsa de la convocatoria adelantada. Tuvimos votaciones y votamos al PP con Mariano Rajoy a la cabeza, ¡ojo! que he dicho Mariano Rajoy, no he dicho ni Harry Potter, ni Mago Merlín ni nadie parecido. Y digo esto, porque muchos pensaron que este nuevo gobierno iba a realizar magia y de la buena y la magia, queridos amigos, no existe. Existe el ilusionismo, pero no la magia.

De repente alguien se da cuenta de cómo está el patio y debe empezar a tomar medidas y este nuevo gobierno no se duerme en los laureles y las empieza a tomar casi antes de haber tomado asiento en los sillones de sus predecesores, pero no, somos un pueblo carpetovetónico que igual encumbramos que defenestramos y en esas estamos ahora, en defenestrar lo que no hace ni un año encumbramos. No nos parece bien ninguna de las medidas que se toman y todos, que a estas alturas ya nos consideramos economistas “cum laude” tenemos nuestra propia receta. Y nada más. La papeleta a resolver la tiene el gobierno que votamos la mayoría. Nosotros ahora a quejarnos, a criticarlo todo, a querer seguir viviendo como hace 6 años. Nuestros sueldos, nuestros coches, nuestras vacaciones, nuestras pagas extraordinarias, nuestros incentivos de ventas, nuestros restaurantes y hasta el abuelo que sacaba recetas para toda la familia. Nosotros no queremos perder nada o si no, pretendemos que esta crisis pase sin tomar ninguna medida que nos afecte, que para eso, ya he dicho, somos economistas y sabemos lo que se debe hacer, no lo que están haciendo “estos” que solo nos quitan derechos y dineros.

La crisis del 73 duró 12 años y ésta no va a durar menos, siendo además más grave que aquella. En aquella nadie nos había vendido El Dorado previamente y, por tanto, las hipotecas y los mercedes no eran tan numerosos como ahora, por lo que un subsidio de desempleo daba para que comiera la familia y pudiera hacer frente a los gastos comunes de luz, agua y comunidad. Ahora no, ahora además de eso hay que hacer frente a la hipoteca y a la letra del mercedes. Lo del mercedes no va de broma ¿o acaso no os habéis fijado en las edades de una gran mayoría de conductores de mercedes y BMWs? A su edad tirábamos de 600 y gracias y no todos. Eso nos muestra un poco por donde han ido los tiros.

Así que el mercado se llena de viviendas que se venden, lo que hace bajar el valor. Los bancos recuperan viviendas, que no pueden vender porque hay un parque sobresaturado. Los constructores quiebran y pagan a los bancos en especie. Los bancos no dan préstamos a las empresas de herrajes, muebles, carpintería, aceros, ladrillos, vigas, cemento, etc. y estas cierran. Cuando estas cierran, los despedidos dejan de comprar ropa, electrodomésticos, coches, motos, zapatos y muchas cosas más que no se consideran necesarias, pero que sí es necesario vender para que las empresas fabricantes no cierren y vayan más trabajadores a la calle, que es lo que ocurre. ¿Seguimos?, creo que no, creo que todos sabemos lo que sigue.

Y lo que sigue es que el país se endeuda, que lo que roban los políticos o los dirigentes de los bancos no es más que un 3% del total de lo que debemos, cosa que no los exculpa, pero cuyo monto tampoco es peso dentro del total de la deuda. Así, con ese panorama, no nos queda más remedio que despertar y darnos cuenta de que estamos sentados en el suelo, con el culo al aire y además, lloviendo. Que si queremos salir de esta va a ser con mucho dolor, que ese dolor implica todo lo que está anunciando el gobierno. Que dudo mucho de que cualquier otro gobierno tomara medidas muy diferentes. Que no podemos comparar lo que hace Francia, Alemania o Italia, desde el momento en que la burbuja de la construcción, fue netamente “made in Spain” y que si dejamos de quejarnos y nos ponemos a arrimar el hombro, con un poco de suerte saldremos de ésta antes de lo que nos podamos pensar y que si no salimos, no será porque no lo hayamos intentado. Y sobre todo, dejemos que el gobierno trabaje, es demasiado pronto para que nadie, y digo nadie, se aventure a pronosticar si lo que se está haciendo será para bien o para mal. Que la calle siempre estará ahí y siempre podremos tomarla, pero primero estabilicemos la nave, después ya haremos pasar al capitán por la quilla si es necesario.

Fernando García A.

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