De Valencia al Oeste
Abandonad toda esperanza, salmo 603º
A Lilian Fraysse, marchante de arte, con agradecimiento
Hace un par de semanas se celebró en Valencia la primera Heroes Comic Con de la capital del reino, y allí me planté junto a un par de buenos amigos. Esto quizá no les sorprenda porque probablemente ustedes no tengan noticia de mi rechazo a las aglomeraciones, las colas y otras servidumbres de los salones del cómic de nuevo cuño, en donde en muchas ocasiones y de forma paradójica los cómics son lo de menos. Pero si finalmente me animé a pasar por caja y asistir a un evento de estas características -que no deja de estar diseñado precisamente para eso: para que pases por caja, y a poder ser hasta dos y tres veces- fue porque acudían al mismo dos grandes autores del noveno arte que, al margen de otros invitados de indudable interés, justificaban por sí solos el desplazamiento, el desembolso y otros sacrificios para los que, francamente, ya empiezo a estar muy mayor. Uno es Howard Chaykin, al que ya le dediqué en su día una columna enterita para él solo y del que no me canso de recomendar joyas como American Flagg! o Black Kiss; el otro es Hermann, maestro de la historieta francobelga al que descubrí siendo apenas un niño que cogía y leía sus álbumes de Jeremiah, disponibles en la biblioteca pública de la ciudad que me vio nacer y que es la de muchos de ustedes, aunque luego me limitara a quedarme extasiado ante sus dibujos y probablemente no me enterara mucho de lo que allí se contaba.
Del primero me traje firmados un libro de importación dedicado a su vida y milagros y el primer tebeo suyo que compré: el número 1 de Black Kiss en formato grapa editado por Norma y comprado por servidor cuando era demasiado joven para leerlo (Chaykin fue el primer sorprendido cuando se lo conté, y bromeó con que debería haber acabado en prisión por aquello); además de un original increíble que es ya una pieza de coleccionista y que quizás algún día, si son buenos, les enseñaré en persona. En cuanto a Hermann, se volvieron conmigo, además de la noticia de su interés por visitar Alicante algún día, su rúbrica e incluso un boceto a lápiz en los primeros tomos recopilatorios de sus tres series más populares: la citada Jeremiah, Las torres de Bois-Mauri y el Comanche que hizo a cuatro manos con el guionista Greg, y del que ya les hablé hace unos años cuando se publicó el primero de los dos tomos que recopilaban esta obra fundamental. Pues bien: hoy quiero recomendarles un volumen recién publicado que recupera cinco historietas breves inéditas hasta la fecha y diversas ilustraciones publicadas en Tintin Seléction y Tintin Spécial desde 1972 a 1982 a modo de complemento y precuela cronológica de la serie principal. Cinco relatos cortos, dos de ellos de apenas una página, recopilados en un libro que lleva por título el del primero de ellos ("El prisionero"), y donde su autor vuelve a demostrar por qué esta serie es, junto con otras como Ken Parker o la magistral Blueberry, uno de los títulos fundamentales del western en viñetas.
Seguimos en el oeste con otro título también perteneciente al mercado del país vecino, aunque de creación más reciente y de autoría en parte nacional: Los Dalton es el título del volumen integral que reúne los dos álbumes originales dedicados a glosar los momentos de gloria y también los de decadencia de este clan de finales del siglo XIX, unos hermanos famosos por sus robos a bancos y trenes, y cuyo nombre la mayoría conocemos por su versión caricaturesca y muy libre como villanos del Lucky Luke de Morris. Pero la propuesta de Olivier Visonneau y Jesús Alonso Iglesias está muy alejada de esta mirada paródica, puesto que el guionista francés se ha basado en una investigación histórica previa para urdir un guion construido mediante saltos temporales que en ningún momento despistan al lector, sino todo lo contrario. A ello colaboran los lápices del artista español: acostumbrado a trabajar en el mercado extranjero, Alonso Iglesias ya demostró de lo que era capaz en obras como la magnífica PDM: Paquet de mierda, pero esta que nos ocupa podría ser muy bien su trabajo más redondo gracias a su dominio de la narrativa y la expresividad de sus personajes. El resultado es una de las mejores lecturas de cómics de los últimos meses.
Para terminar, viajemos al continente que vio nacer al western para dejar constancia de la publicación de Indeh (Una historia apache), novela gráfica de la que me uno a Philipp Meyer y a Jeff Lemire a la hora de recomendar su lectura. Efectivamente, a los celebrados autores de la novela El hijo (es posible que les suene la miniserie televisiva que la adapta y que protagoniza Pierce Brosnan) y de cómics tan magníficos como Nadie o Trillium no se les ha escapado el atractivo de este cómic sobre los orígenes del indio Gerónimo que ha escrito Ethan Hawke. Sí, el actor; el mismo que recientemente no le ha hecho ascos a protagonizar dos westerns contemporáneos como El valle de la venganza y la nueva versión de Los siete magníficos, y que aquí elude las ansias de protagonismo de cualquier estrella de cine al uso poniendo sus palabras al servicio de un excelente Greg Ruth y de su prodigiosa reproducción naturalista, repleta de matices y en un contrastado blanco y negro, de unos tiempos de gloria de la cultura apache que ya pertenecen al pasado.
Comanche: El Prisionero, Los Dalton e Indeh (Una historia apache) están editados por Planeta Cómic, Dibbuks y Oberon respectivamente.