Decisiones difíciles (Juventudes Socialistas ante la intervención militar en Libia)
Durante toda la historia, la humanidad ha sido testigo y causante de multitud de conflictos bélicos que supusieron un sinnúmero de desgracias entre la población. Muchos de esos conflictos se debieron a la codicia, a los afanes imperialistas o a las ansias por dominar otras naciones. Pocas veces la guerra se llevó a cabo por motivos más loables.
Últimamente, desgracias de enormes dimensiones están azotando nuestro planeta en latitudes muy distantes. Por un lado, Japón, muy dignamente, está intentando superar la sucesión de tragedias que se ha cebado con él. Por otro lado, la población musulmana, en muchos de los países donde sufre opresión y miseria, está tratando de forzar a sus gobiernos a que realicen reformas y combatan un estado de cosas injusto que, no hace falta ser muy listo, lleva el germen de su disolución y su transformación en algo mejor en su propia naturaleza. El totalitarismo, y de ello nos ha dado muchas muestras el devenir histórico, tarde o temprano siempre cae. Eso sí, no está siendo fácil, y es posible contar ya a multitud de víctimas, tanto heridos como, desgraciadamente, fallecidos, entre estos valientes reformistas. Pero en uno de estos países la situación ha llegado a límites insoportables.
La opresión, la degradación moral de un líder, siempre es difícil de soportar para su población, pero cuando se alcanzan los límites a los que está llegando Muamar el Gadafi en Libia el mundo libre no puede quedarse de brazos cruzados. El terrible salvajismo que ha aplicado contra la oposición debe propiciar una respuestas inapelable en aquellos que se precian de ser defensores de la dignidad del ser humano y de sus derechos. Por ello, desde JSV, queremos enviar nuestro apoyo a la población Libia, solidarizarnos con ella y aplaudir la rápida respuesta de la comunidad internacional y, en concreto, de nuestro gobierno para ponerse manos a la obra en un asunto tan serio, que ha exigido la toma de decisiones muy difíciles y de consecuencias harto imprevisibles. Sabemos que es una misión justa, y eso nos tranquiliza. Ahora, sólo queda desear que la victoria de la justicia acabe con un régimen agonizante, cuyo líder no quiere el bien para su pueblo, sino eternizarse en el poder a toda costa.
Francisco Javier Ibáñez Castejón
Secretario de Comunicación