Teatro

Dedos. La entrevista

El próximo sábado, 25 de mayo, y en doble sesión (19 y 21.15 horas, por 5 euros), se estrena en la Casa de la Cultura la obra “Dedos”, de Borja Ortiz de Gondra, dirigida por Andrés Leal y puesta en escena por actores y técnicos de Villena. Aquí va un avance de lo que nos podremos encontrar...
Es sábado, son las veintiuna horas y tomo una segunda caña en Quitapesares mientras espero. Es la hora en que el viejo-nuevo grupo de teatro Imago Mundi termina de ensayar en el local que cortésmente le ha cedido la Asociación de Vecinos y Vecinas de La Paz. Trabajan en el texto dramático Dedos, de Borja Ortiz de Gondra. La pieza con la que el autor ganó el premio Bradomín de teatro a mediados de los noventa. Un certamen que pretende abrir camino a las jóvenes plumas dramáticas de nuestro país.

Ortiz de Gondra escribe su pieza como un vodevil negro, un juego entre cuatro personajes –dos mujeres y dos hombres–, en el que explora con idéntica tibieza y profundidad las oscuras motivaciones que nos mueven a través del amor, la ambición y el insoportable dolor de nuestros verdaderos deseos y nuestro verdadero ser. Y lo hace a través de un mundo reconocible, contemporáneo, donde los deseos se transforman en pesadillas, y las pesadillas en la consecución de esos deseos que no podemos menos que terminar aceptando, porque son nuestros.

De ese modo el sexo, la violencia, la manipulación, la indiferencia, se desvelan de forma contundente y explícita, creando esa realidad-pesadilla-sueño alcanzado. No habla de reyes ni de princesas, habla de personas como usted, que viven en ciudades, entre coches y horarios, que son capaces, o se ven abocadas a situaciones donde solo los límites las hacen sentir vivas. El desempleo, el SIDA, la homosexualidad, la dictadura del sistema, el amor, la insatisfacción o el egoísmo, se presentan junto a un misticismo que como humanidad somos incapaces de relegar: tenga forma religiosa, ética o animal.

La entrevista
Al fin llega Andrés Leal, junto a las actrices y actores que levantan la pieza. Una ronda de cerveza y tapas y podemos comenzar la entrevista. Buenas tardes. Buenas tardes.

WF.- ¿Quién es Ortiz de Gondra?

AL.- Es el autor de Dedos, un dramaturgo español y vivo.

WF.- Pero no es un nombre muy popular.

AL.- En realidad pocos dramaturgos españoles y vivos son populares. Apenas uno cada lustro o cada década.

WF.- Eso suena un poco cruel.

AL.- Pero es la realidad. El sistema nacional parece haberse estancado en ese modelo de selección. Seguro que si piensas en los últimos treinta años de teatro en España recordarás un número limitado de nombres: Buero Vallejo, Francisco Nieva, Sanchís Sinisterra, Alonso de Santos, Sergi Belbel, como ahora el ubicuo Juan Mayorga… Resulta algo así como una condena, una condena que padecen las plumas dramáticas españolas durante más de un siglo.

WF.- Eso suena a que se ha perdido mucho por el camino.

AL.- Se ha perdido mucho. Muchas generaciones se han quedado a la sombra de un nombre. Y eso resulta tal y como suena: hay muchos textos valiosos que merecen ser rescatados.

WF.- ¿Cómo Dedos?

AL.- Dedos es una pieza que trabajé hace unos quince años, cuando estaba en la ESAD. Ya en ese momento me pareció una propuesta oportuna, moderna e interesante.

WF.- ¿Tanto como para recuperarla ahora?

AL.- Sí, por desgracia… Y te lo digo con tal convencimiento como para atreverme a asegurar que la obra podría parecer escrita hace apenas unos meses. No se trata solo de su temática, que también, sino que las situaciones y los personajes no han envejecido durante este tiempo.

WF.- ¿Tan poco hemos cambiado, ha cambiado nuestra sociedad?

AL.- Tan poco que ni siquiera la actual crisis consigue trasladar la trama a la España de hace veinte años. No es solo por la suerte, la oportunidad, que ha vivido una generación respecto a otra; se trata más bien del modo en que vivimos nuestra vida laboral y afectiva: con unos modelos impuestos, unos valores que no son nuestros, por los que luchamos y a veces logramos, sin que nos hagan sentir mejores, sin que podamos saciarnos, dejar de sentir el vacío.

WF.- ¿De eso trata la obra?

AL.- Ja, ja, ja. Si te dijera eso no cubriríamos la mitad del patio de butacas.

WF.- Entonces, ¿qué me dices?

AL.- Te digo que es una trama despiadada, salvaje, llena de giros, que no te permite cerrar los ojos porque no puedes dejar de arquear las cejas ante el modo en que los personajes hacen girar sus vidas.

WF.- Tal como hablas parece un thriller.

AL.- Desde luego tiene más de thriller que de drama. Pero ante todo es una comedia, negra, pero comedia, muy negra, pero comedia.

WF.- ¿Tan negra?

AL.- Te aseguro que tan negra como para escandalizar a buena parte de la sala.

WF.- ¿Y para hacer reír al resto?

AL.- Para hacer reír a toda la sala.

Continuará en el próximo Días Felices.

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