Deportes

Deporte y educación, primos hermanos. O debiera

Hasta hace pocos años era mínima la repercusión de las actividades deportivas en los centros escolares. Al implantarse de forma masiva la actividad física escolar se ha producido un fenómeno de “reducción” de las reglas y maneras del deporte adulto para “adaptarlas” al ámbito infantil, sin tener presente que un niño no es el resultado de dividir matemáticamente un adulto entre dos, sino que es una persona en sí misma, con unas características propias a nivel biológico, psicológico y físico.
Que el deporte entraña grandes valores educativos, es algo mayoritariamente aceptado, y a primera vista parece tan evidente que el trabajo de demostrarlo no justificaría la menor pérdida de tiempo, pero ¿qué es lo realmente educativo, el propio deporte o las condiciones en las que se realiza? ¿El valor intrínseco de la práctica deportiva, o la justificación que hace de ella cada uno de los participantes?

Para nosotros, lo educativo es lo conformador de la personalidad del alumno. Lo educativo del deporte no puede estar fundado en base a una ideología determinada en búsqueda exclusiva del resultado, sino hacerlo a través de unos valores humanos de autonomía y libertad, accediendo con ello al nivel educativo, de tal manera que esa experiencia organice y configure el propio yo de la persona, logre su auto-estructuración.

¿Qué valores tiene el deporte, diferenciados con otras posibles actividades no deportivas? Para aclarar esta cuestión, pensamos que debemos recurrir a la esencia del juego deportivo, y los valores intrínsecos que configuran este tipo de prácticas motrices. De entre ellos, es el valor agonístico quien confiere la intencionalidad competitiva, la lucha contra algo o alguien, que puede ser uno mismo.

Otro de los valores del juego deportivo es el lúdico. El valor lúdico en el deporte representa el contrapunto, el equilibrio necesario para el agon (competición). Lo lúdico añade además la voluntariedad en la participación. Esta voluntariedad aporta al individuo la posibilidad de practicar durante mucho tiempo esa actividad deportiva, de no ceder al impulso destructivo de la competición (agon), una vez satisfecho por el triunfo.

El último de los valores del juego deportivo lo podemos denominar hedonístico, refiriéndonos a aquellas acciones o actos que realizamos sin otra intencionalidad que el gusto o el placer de hacerlos. ¿Hay algún campeón de cualquier especialidad que no le guste el deporte que practica? ¿Hay alguna persona que en su tiempo libre practique un deporte que no le ocasiona satisfacción?

Por lo aquí expuesto, podemos asegurar que el deporte no solo tiene suficientes contenidos en su configuración para ser una actividad educativa, sino que posiblemente sea la realización humana que más pueda estructurar la personalidad del que la practica. Por todo ello, consideramos a la práctica deportiva, así constituida, como insustituible en la educación del alumno como persona.

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