Desde fuera, se ve todo de otra manera…
Siempre es así. Casi siempre es bueno poner tierra por medio para ver las cosas de otra manera. Es como cuando aquel amigo, que se lleva a matar con su mujer, te pregunta: y tú desde fuera, ¿cómo lo ves? Y tú piensas, tierra trágame, ¿no podrías haberle preguntado a otro?
Con Villena pasa algo parecido. Los que no estamos allí lo vemos diferente. Después de estar muchos años fuera, de haber recorrido un poco de mundo (no demasiado, sólo lo suficiente para darse uno cuenta de que el ombligo de cada uno no es el centro de nada), de haber visto cómo han crecido otros pueblos y ciudades, cómo en otros sitios se han hecho muchas cosas, uno vuelve a Villena y se da cuenta que todo sigue igual que siempre, de lo que cuesta hacer cosas en Villena. Siempre hay pequeños o grandes proyectos que nos venden como la panacea, pero pasan los meses, los años, pasa la vida y siguen siendo proyectos y nadie es capaz de llevarlos a cabo, y menos aún de ponerse de acuerdo. Y cambian los políticos, y cambian los proyectos, y al final vuelven a ser proyectos que nunca llegan a ningún sitio.
Otra cosa llamativa, teniendo en cuenta que casi nunca se hace nada, es que cuando alguien decide llevar algo adelante, enseguida surgen los críticos para poner mil piedras en el camino, hacer un llamamiento a la tradición, o a la conservación de la cría del pepinillo en escabeche (actividad con gran potencial de futuro, por cierto), o movilizan al colectivo anti-anti, especializado en paralizar lo que sea. Y entonces uno se da cuenta de que poco importa lo que se haga, lo que importa es poner pegas para que no se haga. Y uno mira para atrás y ve mil ejemplos de cosas que pudieron ser y no fueron o no sabemos si serán (la fábrica de Bimbo, Infoville, la embotelladora de Font Vella, el Soterramiento, el Parking de no sé dónde, el centro comercial no sé cuál, el museo Etnográfico... ). O cosas que están en camino, como el Plan de Dinamización Turística y el Centro de Visitantes, que nace bombardeado, cuando todos deberíamos saber lo difícil que es conseguir algo así para una población, y en lo que deberíamos estar pensando ahora es en conseguir que Villena esté preciosa y segura para cuando la gente venga a verla (y que se queden con ganas de volver o de recomendarnos).
Entonces uno va más allá y piensa si realmente es tan difícil ponerse de acuerdo, pensar un plan de futuro y decidir entre todos llevarlo a cabo pensando a largo plazo. Y que esté quien esté, asuma ese plan como propio y decida continuarlo. Porque, de ahí su nombre, no se va a hacer en un día, requiere continuidad y sobre todo, que se sepa lo que se quiere de verdad. Por desgracia, nuestro políticos solo piensan en el corto plazo, en las próximas elecciones, en conservar sus poltronas, y mucha demagogia para diferenciarse unos de otros. Pero en eso quizás también tengamos culpa los que no lo somos, por no ser capaz de exigirles lo que debería de ser. Y salir a quejarnos de vez en cuando y a cantarles las cuarenta.
No quiero ser pesimista respecto al futuro, pero está claro que lo que realmente le importa a la gente es poder subsistir, tener trabajo, poder hacer su vida (no importa con o sin plazas de toros), tener oportunidades de futuro, que no haya que salir fuera a buscar lo que no se tiene aquí. Y para eso hay que ponerse de acuerdo, que tampoco somos tantos. Y preparar el camino para que en Villena se hagan cosas y sea una tierra de futuro, cosas como la central termosolar, el nodo logístico, el puerto seco, la estación del AVE u otras muchas cosas. Actividades que crearán riqueza, empleo y seguramente atraerán a otras actividades.
Y sí, muchas veces hay que renunciar a otras cosas para progresar (no a cualquier precio), pero si todos cedemos un poco, seguramente se podrá hacer. Villena tiene un termino municipal de 300 km2 donde podrían caber muchas cosas sin renunciar a las cosas de siempre, como la agricultura, los parajes naturales o entornos con valor paisajístico. Y aprovechar y sacar partido a cosas que siempre hemos compartido con otros pueblos, como el agua, y que nadie se escandalice por ello (¿no tenemos acaso también derecho?). Y valorar cosas que tenemos, que son, por cierto únicas (no en todos los sitios tienen un castillo como el nuestro, una iglesia gótica excepcional como es Santiago, el tesoro, un teatro Chapi, la calidad de nuestro calzado, una buena industria hortofrutícola, una localización geográfica envidiable o los magníficos vinos que se están haciendo en Villena).
Pues eso, pongámonos a ello (y de lo tuyo con tu mujer, mejor no me preguntes, que ya sabes que desde fuera....).