Divagaciones
Podría hablar en mi columna de esta semana del alto el fuego permanente de ETA, que a buen seguro nos daría mucho juego: por la importancia intrínseca de la noticia, por la cantidad y variedad de las reacciones suscitadas por el comunicado y por hacerle un rato la puñeta al bueno de Paco Gracián, cuya postura no comparto esta vez pero cuya columna, en la página 2, me pilla demasiado lejos como para ir buscándole las cosquillas, aunque ganas no me faltan, señora, que ya está bien de darnos coba entre columnistas. Que lo suyo es que nos soltemos torpedos de cuando en cuando entre nosotros para alegría de los lectores y escándalo de las mentes bienpensantes, incapaces de comprender que aquí cada uno es de su padre y de su madre y que en EPdV las opiniones son como los gustos o los colores.
Podría hablar, les decía, de la polémica ocasionada a cuenta de la votación (¿votación?) para restituir a Andrés Martínez como consejo de Aguas del Júcar, porque parece ser que las cosas se están encabronando muy mucho en lo referente al agua y al Júcar-Vinalopó, y ya hay quien vaticina por ahí el fin del consenso entre los regantes, plazos de apenas 15 días para que todo salte por los aires y oscuras maquinaciones entre los colectivos y partidos políticos implicados. Aunque a mí, sinceramente, eso me da igual. Yo sigo queriendo que llegue el agua lo antes posible y con la mayor calidad que la madre naturaleza nos permita. Y también que le vaya muy bien a Andrés. Porque digan algunos lo que digan, sigo pensando que con más como él otro gallo nos cantaría en Villena.
Podría hablar, también, de la gresca que hay montada en el seno de ese extraño ente llamado Comunidad Educativa, que a la vista de los hechos más bien parece una comunidad de vecinos. Ignorando por aquello de la rotativa y los plazos de entrega el resultado de la manifestación de ayer, lo cierto es que no puedo pasar por alto los diferentes comunicados lanzados a lo largo de la semana, sus disparates y contradicciones. Que si se trata de defender la educación de nuestros hijos y el futuro de Villena me parece que están de más ciertos comentarios, referencias a elefantes, Mercedes, niños perdidos, secretos desvelados, países de Nunca Jamás y demás tonterías que hemos podido leer estos días. Y todo porque la semana pasada, en un comunicado muy correcto y coherente, se les ocurrió hablar de educación nada más y nada menos que ¡a los profesores! País, que diría Forges.
Podría hablar de todo eso y más, pero voy a hablar de la plaza de toros, qué leches. Porque en este pueblo de Dios, de opinantes y columnistas, de regantes y políticos, de padres y profesores; en esta Villena de casi abril de 2006, cansada de celebrar el aniversario de Democracias y Constituciones, hay quien es incapaz de soportar la existencia de personas que no comulguen con sus ideas. Y se llega al límite paranoico y fascistoide de asegurar que quienes no compartimos el pensamiento de las personas que apuestan por la rehabilitación integral de plaza de toros estamos colaborando con quienes acaban con la nación.
A la mierda esa nación de intransigentes. Y a la mierda todos aquellos que creen que la democracia consiste en hacer única y exclusivamente lo que ellos quieren y pensar lo que ellos piensan. Mi nación es otra: aquella que comparto con gente como Paco Gracián y el resto de colaboradores de EPdV. Porque ellos respetan mis opiniones tanto como yo las suyas.