Domene, Murillo, Flor y Gosálbez
Mi patria es mi infancia. Y los mejores momentos de la mía huelen a fiestas
Si la Gala del 50 Aniversario de la Junta Central de Fiestas tuvo un momento emocionante, de esos de estallar en lágrimas por dentro y por fuera, sucedió cuando fueron homenajeados los hombres del cine y la fotografía de la entidad, Paco Domene, Luis Murillo, Miguel Flor e Isidro Gosálbez.
Al aparecer en el escenario del Teatro Chapí, muy ‘templaos’ todavía, Domene y Murillo; Isidro Gosálbez acompañado de su hijo Javier, y Miguel Flor en representación de su querido y recordado padre, regresaron a la mente tantas sensaciones y recuerdos como comprende una vida.
El instante fue conmovedor. El acto debía ser rápido y fluido. Sobraban las palabras, y no las hubo. Pero en ese beso lanzado por Miguel Flor hijo al cielo dirigido a su padre, y en la satisfacción de Javier Gosálbez viendo que su padre podía gozar en vida de este homenaje había mucha sustancia.
Si la patria es la infancia, está muy claro que la mía está ligada a los territorios del nacimiento de la Junta Central de Fiestas. Cuando se produjo el estreno de la primera película festera en el Ecuador de 1972 en el cine Imperial, yo estaba allí. Tenía 9 años. Hubo tres ocasiones en las que mi padre, que acaba de irse, me llevó al cine, siendo un niño, que por distintos motivos nunca he olvidado: la primera película de fiestas; ‘Luis II de Baviera’, de Visconti, en el Chapí; y ‘Ben-Hur’, en el Avenida de Alicante. En las dos últimas le vi llorar por primera vez. Como le he visto llorar tantas veces en el último año en mi casa.
Mi patria es mi infancia. Y los mejores momentos de la mía huelen a fiestas. Sin necesidad de haber nacido en una familia festera, estos días previos se vivían con intensidad. Para acabar con buen sabor de boca, quiero revivir las visitas que realizaba con mi padre a las oficinas no sé si de la Comisión de Fiestas o la Junta Central en el Ayuntamiento, donde su amigo Miguel Hernández Ferri le entregaba el cartel y los programas de mano con grapa. Para mí, entrar en ese lugar era como estar en la gloria.