¿Dónde estás, Laika?
¿Dónde estás Laika? Cada día desde que desapareciste el jueves 22 de marzo, me hago la misma pregunta: ¿dónde estás Laika? De una cosa estoy segura: tú no te has ido al Caribe como Pancho, pues mi ilusión no era, ni es, comprar el cupón de la ONCE, sino llegar a casa y que me recibieras moviendo tu larga cola y plantándote sobre tus patas traseras intentando lamerme la cara a modo de húmedos y cariñosos besos.
Pero aquel día recién estrenada la primavera, aprovechasteis un descuido y os fuisteis de casa, solos, tú y Dylan, tu paciente compañero de juegos. Cuando reparamos en ello, habíais desaparecido y, al contrario que otras veces, no acudisteis a nuestras llamadas, ni os encontramos en la pinada cercana, ni en los alrededores.
Cayó la tarde y seguíais sin aparecer. Empezábamos a desesperar cuando a las 10 de la noche llegó Dylan, pero tú no venías con él. Le preguntamos y le seguimos preguntando por ti en vano; él es un boxer y cuando le preguntamos mira a todos lados buscándote, pero no sabe llevarnos a donde estás. Esto no es una película con protagonistas caninos, sino la cruda realidad. Hemos preguntado a vecinos de las casas cercanas, hemos rastreado los alrededores, hemos puesto un anuncio en la radio y tú no apareces. Estoy convencida de que no estás perdida, pues tienes diez meses, eres casi una perra adulta y además, ibas con Dylan, de quien nunca te separabas, y él volvió. ¿Por qué no volviste tú?
Sólo me queda una explicación, porque en la otra no quiero ni pensar, no quiero pensar que te haya ocurrido algo peor. Quiero pensar que alguien os vio sin collar (en aquel momento ninguno no lo llevabais puesto), pensó que estabais perdidos, se prendó de tu esbelto porte pastor alemán, de tu hermoso y brillante pelaje negro, de tus ojos marrones debajo de dos manchitas canela y se quedó contigo. Sólo espero que recapacite y te devuelva a casa, y si no quiere llamar al teléfono 606 060 869 para decir donde estás, porque le da corte o por lo que sea, puede llevarte al Albergue de Villena, y desde allí nos avisarán enseguida para que vayamos a recogerte. Si es alguien que ha tenido alguna vez un perro, sabrá cómo nos sentimos, y si no lo ha tenido seguramente le dará lo mismo tener éste o cualquier otro de los que se encuentran en el albergue, pues, aunque no lo creas, los hay, Laika, tan bonitos y apetecibles como tú.