Double Feature
Abandonad toda esperanza, salmo 230º
La verdad es que tiene guasa lo de ir al cine a ver Two Lovers y no, sencillamente, Dos amantes, aunque lo prefiero a que la llamen Seducción letal u Obsesión mortal, títulos con los que les ha tocado lidiar alguna vez a Volker Schlöndorff y Clint Eastwood. Ahora bien, lo llamen como lo llamen, este último trabajo de James Gray es, estoy seguro, de lo mejor que va a pasar por la cartelera este año y, si me apuran, también el que viene. El caso de este realizador es particularísimo: rueda a su ritmo, o mejor dicho al que le permiten los que ponen la pasta -cuatro películas en catorce años-, lo que deviene en pasar inconvenientemente desapercibido pese a trabajar con estrellas de hoy (Mark Wahlberg, Charlize Theron, Gwyneth Paltrow) y de ayer (Maximilian Schell, James Caan, Robert Duvall). Y pese a cierto prestigio crítico -Claude Chabrol llegó a decir de La otra cara del crimen que era su película norteamericana favorita de los últimos tiempos-, y por paradójico que parezca, su cine resulta demasiado personal para el gran público y demasiado convencional para los gustos de la crítica más elitista.
Hasta la fecha, los largometrajes anteriores de Gray pertenecían al género negro; ahora, lejanamente inspirado por un Dostoievksy que ya adaptó Visconti, se nos pasa al (melo)drama, pero las constantes de su filmografía siguen presentes. Esto es, mucho más que un rasgo superficial como la presencia recurrente de Joaquin Phoenix, ya su actor fetiche, lo que le confiere categoría de autor. Y me refiero a la presencia de la familia como microcosmos con sus propias reglas en donde se generan conflictos de difícil resolución, la figura del hijo pródigo que regresa al hogar, y una apuesta insobornable por la sobriedad que despoja al relato de cualquier elemento innecesario.
Otra película que se estrena con su título original es Kick-Ass, aunque a esta se lo perdonaremos por ser el nombre propio del protagonista, y lo de Pateaculos quedaría muy raro. Adaptación fidedigna del cómic de Mark Millar y John Romita Jr. dirigida por Matthew Vaughn, estamos ante una provocación de principio a fin: un relato superheroico donde el héroe, un adolescente disfrazado de condón verde -en acertada definición de otro personaje- que pretende defender a los desvalidos, recibe más palos que una estera y descubre, como afirma su oponente, que ser un superhéroe es perjudicial para la salud.
Dadas su violencia explícita e ideas tan sugerentes como la de ver a una niña de once años diezmar las filas de la mafia neoyorquina, la polémica está servida, si bien es algo que se le puede achacar más al cómic original que al film. Pero no se equivoquen: Millar es un buen guionista -recuerden Wanted, menos afortunada en su traslado al cine- con muy buenas ideas y que no se limita a epatar porque sí, dando una vuelta de tuerca a un género donde después de Watchmen o Batman Dark Knight ya es muy difícil contar algo nuevo. Porque si Garth Ennis es el Guy Ritchie de los tebeos, Mark Millar es su Tarantino. Con todo, lo más sorprendente del asunto es que hoy día una película presuntamente rompedora como esta -que, ojo, me ha encantado- pasa más desapercibida entre sus semejantes que un film dirigido con el pulso de los clásicos como el de James Gray... a la postre, por comparación, toda una rareza excéntrica.
Two Lovers y Kick-Ass se proyectan en cines de toda España.