Dulce, 52 años
- No tienes de qué preocuparte, cariño. Sabes que te quiero con toda mi alma, y por nada del mundo libre te pondría los cuernos. Tus sospechas se deben a residuos de una educación machista (en realidad le diría, pero mejor me callo, que debidas a demasiadas ambiciones creadas por toda una estirpe de sacapechos rústicos con delirantes alucinaciones sobre el tamaño de sus contrapesos sexuales), a brumas de intolerancia heredada que te impiden verme como a una persona igual a ti...
El mundo ha cambiado, cariño, y las relaciones de hoy en día se basan en la confianza, en el amor y en el respeto (que yo sí debo tenerle cuando se va, sin molestarse ni en avisarme, de cena con sus ramplones amigos de juventud, esa mugre humana descomponiéndose en bolsas de carne inútil, que por asco el subsuelo no se atreverá a convertir ni en sucio petróleo). No te estoy pidiendo que me des permiso para ir este fin de semana al congreso de oftalmología. Sería humillante para mí. Compréndeme, cariño, cuando te digo que tu confianza sólo puede ser beneficiosa para nuestro matrimonio (y ya es hora, al menos, por la parte que me toca, porque tengo el cuerpo en continuas rebajas desde que me dan estos insaciables sofocos, este apetito nada platónico), y para ampliar el círculo de nuestros intereses individuales. Tienes que apoyarme, cariño, (o al menos cerrar el pico y empezar a tragar, joder, si no quieres que tire de la manta y le cuente a quien tú ya sabes oh! qué doble casualidad, tu mejor amigo y también tu jefe, ese con el que juegas al tenis los sábados y te dejas ganar para reforzar su deprimente espejismo de que todavía está al ciento por ciento como un chaval de quince años tus secretitos y desvergonzados pechugones con su mujer durante sus repartos de electrodomésticos) ahora que vuelvo a sentir el deseo de crecer, de volver a aprender, de abrirme a nuevas experiencias.
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- Y por supuesto, no debes preocuparte de que vaya al congreso con Raúl. Ya sabes que es un hombre sensato, felizmente casado e incapaz de cometer ninguna tontería. Estoy más segura yéndome con él que con mi padre (que por cierto, buena pieza era también; curiosamente cada vez se parece más a él, incluso en la falsa sonrisa de triunfador de pueblo que cree que Villena limita por todos lados con su vasto ego). Tienes que estar tranquilo, porque sabes que te quiero con toda mi alma, y por nada del mundo haría yo nada que tú mismo no hicieras en la misma situación (pero que no le quepa duda de que yo lo haré mucho mejor que él, más y mejor que él, y que Raúl, que es tan bueno, me ayudará en todo lo que pueda
).