Cartas al Director

Edades y recuerdos

El pasado viernes, Juanjo y Mateo, con sus respectivos artículos, han estimulado mis ganas de escribir. Gracias. Y no es que no haya continuamente noticias que provoquen mis ganas de llenar una página en blanco, es –sencillamente– que la conjunción de los astros no es siempre la misma.
Me encanta lo de las castañuelas. Es cierto que cada año por mi cumple celebro una fiesta y me gusta rodearme de la gente a la que quiero y con la que disfruto; es cierto que para mí un año más es motivo de alegría y lo de las canas o las arrugas simplemente algo circunstancial; es cierto que cada año que paso conmigo misma más me alegro de haberme conocido. Pero no es tanto cumplir un año más como seguir aquí. Porque eso es en realidad lo que más me gusta, estar viva. Creo que la vida es el regalo más precioso que se me ha ofrecido y es mi deber disfrutar de él a cada momento.

Aunque parezca una obviedad nuestra obligación es vivir. No debiéramos montarnos en una vagoneta y empezar a dar vueltas sin tener ni idea de quién conduce nuestro tren. Vivir es complicado y por ello maravilloso. No es fácil la vida, pero qué hay de bueno en lo fácil, acaso no es estupendo ir superando pruebas y acontecimientos, y aprender, aprender cada día de lo que la vida te ofrece e ir creciendo y conformando esa persona que quizás nunca terminemos de ser. Vivir cada momento, sentir que así lo hacemos, vivir por respeto a los demás, a aquellos que –aun de manera incomprensible– se levantan cada mañana y viven y son capaces, incluso, de ofrecernos una sonrisa; y dar las gracias cada mañana por estar donde quiero estar, por estar con quien quiero estar; dar siempre las gracias.

Precisamente Mateo me decía hace mucho tiempo “es que das mucho las gracias”, y cómo no las voy a dar. La vida es tan preciosa, a pesar de todo. La teoría del caos que mueve el mundo como dice Luis o esa frase que repite tanto una compañera de yoga: “todo está bien,” y es cierto, lo que sucede es que se necesita perspectiva para poder comprender las cosas y de ahí que cumplir años sean algo tan fantástico.

Y los años me han dado la oportunidad de conocer a Juanjo y recibir –de vez en cuando– dos cariñosos besos en sendas mejillas de este ser tan entrañable. Y nos ha traído, desde su Diván, el recuerdo de aquel magnifico proyecto que fue Radio Res. He de reconocer que a él no le escuchaba, ya seguir el programa me resultaba complicado porque aquella radio era como el Guadiana, aparecía y desaparecía, hoy se podía sintonizar, mañana quién sabe; pero sí tengo el recuerdo de las voces de Carlos y Amalio y de aquél programa que se emitía mientras yo me duchaba y arreglaba los sábados para salir, “Arréglate y vete de cinco a siete”. Todavía suena en mi cabeza su sintonía y las voces de aquellos jóvenes que nos seducían con su estupenda música. Reconozco que lo recuerdo con añoranza, pero no añoro tanto el tiempo en sí como la “movida cultural” del momento. Revistas mensuales, varios grupos de teatro, esta emisora que nos ofrecía literatura, música muy variada… CULTURA con letras grandes, esa cultura de la gente para la gente, sin grandes logos, la que me gusta y que sé que está impresa en la gente de Villena aunque ahora esté dormida, o peor, en coma, o quizás sea realmente que yo me he hecho mayor y ya no estoy en la onda.

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