Eduardo, 37 años (y III)
Hoy conocerán por fin las razones y gestos que motivaron que el M.I. Ayuntamiento de nuestra ciudad, tiempo atrás tan solo uno más de esos lugares que la gente soporta y permite de mala gana por su teórica necesidad, se haya convertido hoy en improvisado escenario de la representación más vulgar sobre el deseo y el poder, cual burdo Hamlet.
Ya conocen a los actores principales: Alfa, figura opaca solidificada a la imagen de sí misma como verdad omnisciente; Beta y Gamma, su séquito sigiloso y perturbador, dotados de la única virtud del mimetismo; y Omega, el alma impura y rebelde desterrada de la fábula por soñador. Y ahí va el nudo del relato. Todo el asunto se inició a finales de 2008, cuando el Oráculo animó a todos los integrantes de la Magnánima Organización Que Vela Por La Verdad Y Seguridad De Todos Los Ciudadanos del Mundo Y Por Supuesto También de Aquí, y a la que también pertenecen nuestros personajes, a que manifestaran libremente quién debía ser el nuevo Oráculo. Este apremio escondía, no obstante, un segundo mensaje, que venía a decir más o menos eso de Llevad Cuidado Con Lo Que Elegís Porque Os Estamos Vigilando. Después de insomnes noches elucubrando todas las variantes, Alfa se decide por el Oráculo en el poder, dado que su victoria parece segura y no quiere ser considerada una traidora; y como es sabido, la palabra más temida en La Magnánima Organización es Traición. Es tal la obsesión por esta palabra que todos miran en sus armarios antes de acostarse. Como era de esperar, Beta y Gamma se posicionan con Alfa, pero Omega, que ya lleva tiempo sintiendo la sutil y dolorosa indiferencia de Alfa, decide intentar llamar su atención eligiendo la opción contraría. Esto precipita los acontecimientos. Alfa recrimina a Omega su actitud. Omega, alegre en el fondo porque Alfa le preste atención, argumenta que Solo Ha Ejercido Su Derecho, creyendo que ahora Alfa intentará agasajarle para convencerle. Beta y Gamma, que intuyen en Omega un adversario con ínfulas de poder que puede robarles el aprecio de Alfa, susurran a su oído Quítaselo Todo, Quítaselo Todo. Alfa, desorientada y llena de dudas y sospechas ordena espiar a todo el mundo incluida ella misma, ante el temor de que todos sean unos traidores desleales y desagradecidos (incluida ella misma) mientras se dedica a hacer declaraciones públicas diciendo que la Magnánima Organización está más unida que nunca y todos se quieren un huevo, pero al mismo tiempo retira el sueldo y las funciones a Omega. Éste, que no entiende por qué nunca ha sido el preferido de Alfa dado su innegable encanto, contraataca enviándole unos regalos caros y sin factura, que Alfa desprecia no sea que se los haya enviado ella misma y esté intentando chantajearse. Beta y Gamma, mientras tanto, lo observan todo disfrazados de piedra tipo representación escolar fin de curso. Ante la anarquía reinante, Alfa y Omega deciden reunirse (provistos de micrófonos ocultos y pastillas suicidas) para acabar con la situación. Encerrados en la sala, ambos simulan sumisión con la intención de besarse y pasarle la pastilla suicida al otro, sin percatarse que por detrás de ellos se ve la sombra de un pez más grande abriendo su enorme boca.