El “americano de Villena” se vuelve a reinventar en Granada
Tras colgar las botas como profesional, Jesús Fernández ha fundado un club de baloncesto en el que sigue jugando a sus 46 años
Cuando Jesús Fernández Hernández (Villena, 1975) llegó a Valencia de adolescente lo hizo para formar parte de una de las primeras generaciones formadas en el Pamesa. La que permitió el regreso a la ACB, en 1996, sólo un año después de bajar.
Pero hay un lugar que conquistó su zurda prodigiosa, no había muchos jugadores interiores con su mano y movimientos de pies, fue en Granada. Ahí tiene su camiseta retirada y colgada del Palacio de los Deportes y asentó su vida familiar después del baloncesto.
Cuando el 'americano de Villena', así lo apodaban porque durante muchas temporadas hacía mejores números que los jugadores que venían con el caché y rol para hacerlos, llegó a la pequeña localidad de Otura a vivir, el baloncesto no existía en el pueblo.
Después de escuchar el consejo de su mujer, Yadira, decidió fundar el C. B. Otura. Comenzó con un equipo de siete chavales que iban juntos al colegio, dos de ellos sus hijos Hugo y Martín, y esta temporada han dado un paso más al fusionar el club con el que dirigía otro exjugador como Javi Mesa, en Alhendín, y fundar el C. B. Alhotur.
«Somos un club inclusivo y con una mentalidad más social que de competición. Lo que queremos es que los niños y las niñas de nuestros pueblos practiquen el baloncesto. Que se acerquen a él. Todos los que vienen juegan y participan. No hay exclusión por niveles», sentencia.
Aunque colgó las botas como profesional en 2017, a sus 46 sigue en activo puesto que juega en senior provincial federado del Alhotur, donde promedia 19,5 puntos por partido: «Me lo sigo pasando muy bien jugando y además los niños te ven como un referente o el que está en el junior de segundo año se da cuenta que puede seguir jugando a basket sin salir del pueblo. Aún tenemos a cinco más mayores que yo en el equipo. El baloncesto, cuando lo has mamado desde pequeño, cuesta dejarlo y ahí sigo, con una cuadrilla de amigos».
Arraigado en Granada
El alicantino está muy arraigado a Granada, sólo hay que hablar con él para apreciar su acento, pero tiene claro el paso clave para su vida: «Llegué con 15 años a Valencia y me fui con 23. En el Pamesa me formé como jugador y persona y eso fue lo que me permitió tener una carrera profesional. Aún tengo contacto con los veteranos y los jugadores de la etapa de cadetes, las viejas glorias que decimos. Valencia está en mi corazón. Hace treinta años todo era distinto. Para nosotros el basket lo era todo. Era jugar a basket o tirarte a la calle. Ahora, para la mayoría jugar a baloncesto no es la prioridad. El ejemplo de que mantenemos el contacto tres décadas después lo dice todo. No sé si eso ocurrirá con la gente que juega ahora».
La vista al pasado permite la autocrítica: «Tras salir de Valencia, siempre que coincidía con Miki Vukovic o Fernando Jiménez me decían que fui bastante golfete. He sido lo que he sido y no puedo pensar en lo que hubiera pasado si hubiera sido de otra manera. Todos cometemos los errores que tenemos que cometer para crecer. Cometí muchos errores en Valencia, lógicamente, pero la vida es así. Quizá maduré más tarde que otros, era muy joven viviendo fuera de casa pero las oportunidades que pude tener y no tuve en Valencia fueron por errores míos, de nadie más». Madurez.
Nota: La noticia original, en el diario Las Provincias