El árbol de Navidad
Este año la Navidad ha sido diferente en Villena. Pasear por el pueblo entrada ya la noche ha sido un espectáculo de luz y de color. Se nota que la gente cada año espera con más ansia la llegada de estas fechas para adornar con luces de todo tipo sus balcones y ventanas. Figuras como Papá Noel, muñecos de nieve, cascadas de luces... hacen que Villena esté preciosa por la noche y sea un espectáculo mirar hacia el cielo desde cualquier parte del pueblo. Gracias a todos por hacer más grande la Navidad.
El otro día pude contemplar paseando lo bonita que está Villena. Mi paseo empezó en la esquina de la antigua Churreria El Tío Frasquito y me dirigí hacia la Puerta Almansa. Pude contemplar la nueva iluminación por la que este año ha apostado el Ayuntamiento y he de decir que para mí han acertado de pleno. No estoy diciendo que la de años anteriores esté mal, pero los arcos que siempre se ponen me recuerdan más a fiestas de septiembre que a Navidad. Tanto el lazo como las pequeñas lucecitas intermitentes que cada arco lleva son más características de estas fechas que las bombillas de siempre, además de ser mucho más económicas tanto en el alquiler como en el gasto de energía. Repito que para mí ha sido un acierto.
Otro sitio que da gusto contemplar es el parque de La Fuente de los Leones, totalmente reformado con la artesanía de las piedrecitas y su magnifica iluminación navideña. Quisiera dar las gracias al antiguo Ayuntamiento por apostar por esta clase de manualidades y decirle al actual equipo de gobierno que siga apostando por ello. De verdad, gracias.
Pero este año tenemos un nuevo visitante. Cuando me dispuse a girar la esquina de la CAM (calle Joaquín Maria López) me quede impactado con este visitante: un árbol de Navidad gigante, lleno de luces intermitentes y con una preciosa estrella en lo alto. Una de las cosas que me vino a la cabeza eran aquellos anuncios navideños de Coca Cola en donde aparecía un árbol similar a éste y en donde los niños llegaban con una vela encendida en sus manos. En esos momentos la Navidad se hizo un poco más grande en mi corazón, tan grande como aquel árbol que en esos momentos era observado por decenas de personas que estaban tan atónitas como yo. Conforme más me acercaba al lugar, más me temblaban las piernas, pero aquellas luces que salían del árbol eran como imanes que me atraían poco a poco a aquel coloso y que durante ese espacio de tiempo mi mente no pensó en otra cosa que en la felicidad.
Mi paseo había terminado, pero volvería a repetirlo miles de veces. Debería ser Navidad todo el año en Villena, pero eso es imposible. Solo pediría que el año que viene fuese igual o mejor que éste y que por supuesto no se olvidasen del nuevo visitante, el árbol de Navidad.