Cultura

El árbol y el bosque

Al fin alguien ha tenido la voluntad de terminar con el suplicio. Era un árbol. Sólo un árbol. Pero les aseguro, queridas personas, que la estampa que presentaba conseguía conmover a cuantas miradas encontraba. Un pequeño árbol de unos tres metros de altura, cuyo tronco había sido rasgado en una tercera parte, como si alguien se hubiera colgado de una de las ramas más gruesas consiguiendo en lugar de partir la rama desgarrar el mismo tronco. Una fotografía que después de un mes alguien ha tenido la delicadeza de enmendar. Al fin ese árbol consigue descansar –se percibe, se lo aseguro queridas personas, se percibe el descanso: como se percibiría el de quien consigue librarse de un gran trozo de uña resquebrajada longitudinalmente–.
Todo esto sucedía en la zona más elevada del bosquecillo colindante al Colegio Joaquín María López. Y digo sucedía porque como les cuento el problema ya ha sido solucionado, lo que automáticamente y por lo general restaría todo interés a esta denuncia pública que entrego. Pero no. Resulta que a causa de la triste situación sufrida por este arbolillo mi atención se ha centrado en este pequeño bosque de unos doscientos metros cuadrados –en cálculo de aprendiz de cubero–. Como si el árbol no me hubiera dejado ver el bosque. Un pequeño pulmón, una pequeña zona de recreo, tan olvidada como desconocida. Un pequeño espacio más dado al encuentro de escolares para solucionar sus trifulcas o para fumar sus primeros cigarrillos, que para el paseo y el esparcimiento.

De hecho, ahora que lo observo más detenidamente, es un lugar más propio de una película de zombis rodada por Ed Wood que de un film como La Bruja de Blair, y ni que decir tiene que sería totalmente inútil en las localizaciones de Peter Jackson para cualquiera de sus fantasías con el anillo, ¡pobres elfos los que tuvieran que cobijarse en tal escondrijo!

El caso es que ahora lo voy recordando desde aquellos años en los que yo mismo era un niño y lo recuerdo casi del mismo modo como ahora lo veo. Lo que me hace pensar en que quizás sea un terreno privado donde se ha dejado crecer alegremente una pinada con menos gozoso resultado. Y debe ser así, por no acusar de desidia a los gobiernos municipales que hubieran tenido responsabilidades respecto a tal terreno. Porque tiene todos los puntos para colocar algunos bancos, dos o tres elementos recreativos para los más pequeños y ofrecerlo al disfrute de la ciudad.

NOTA: Recibimos un semese de última hora donde nos informan del inicio del rodaje de la película Qué pelo más guay, basada en pieza teatral del mismo nombre, que será interpretada por Rulo Pardo y Santiago Molero, autores también del texto. ¡Enhorabuena y suerte!

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