Historia

El asedio al Castillo de Villena: Martes, 19 de abril de 1707

Iniciamos con Couto. Este día los austracistas se acabaron de convencer de que el asedio no iba a ser cuestión de horas. Para empezar realizaron en la mañana de ese día un pequeño ataque de infantería, sin más consecuencias. La cara oeste es actualmente la que más número de impactos de fusilería presenta. Sin embargo la lógica indica que lo intentarían por la zona más accesible y batida por sus cañones: cara norte y este –por la plana donde está el estudio del pintor marroquí Pedro Marco–. Como ellos mismos dicen, porque el terreno “no daba lugar para otra cosa”. Atacar el castillo de Villena a principios del XVIII con las armas entonces existentes, no era tarea fácil ni cuestión de horas… sin artillería de grueso calibre o “de sitio”.
Couto también menciona que para batir a los del castillo, se montaron cuatro piezas de 12 libras y cuatro más pequeñas, finalmente clarificadas en 6. No menciona el día pero sabemos que fue a lo largo de todo el día 18, montándose los cañones por la noche. Recordemos que Hawley también hablaba de 6 cañones de “12 libras”. Esos cañones eran de campaña y por lo tanto, ligeros. Previamente y para poder montar las piezas, los gastadores tuvieron que aplanar el terreno para poder alojar a todos los cañones en un mismo plano. Es lo que se denomina como “Praxis”. Para ello empezarían a despejar y aplanar el suelo de tierra con picos, azadas y palas, luego completada con faginas a ambos lados de los cañones. Como las municiones de cañón no son nunca excesivas y empezaban a escasear, esa misma noche se mandó al Conde de Atalaya a Alicante a por más municiones.

Siguiendo con Couto, recordemos que decía que había dos Tercios que rodeaban la ciudad. Eran los Tercios de Infantería Portuguesa de los Maestres de Campo del Conde da Ilha y Nicolau de Tovar, con el Sargento Mayor de Batalla Conde Don Na. Les presento sus denominaciones: Tercio Nuevo da Corte y Tercio Nuevo de Penamacor.

Los cañones austracistas estuvieron disparando contra el castillo de la Atalaya desde el día 19 al 23 de abril de 1707, desde que salía el sol hasta que se ponía. El fuego de la artillería portuguesa contra la Atalaya comenzó el día 19 y se alargó durante toda la jornada –confirmado por Hawley–. Los efectos del cañoneo fueron más bien escasos y sin grandes resultados por dos causas principales: por el material con el que estaba hecho el castillo –tapial en la zona de impacto de los proyectiles–, y debido a que sus cañones eran de campaña y pequeño calibre.

Lo primero que hay que estudiar es la localización de los impactos. Sabiendo dónde están los impactos, podemos decir desde que dirección venían los proyectiles. Sólo con pegarle un ligero vistazo a la Atalaya observamos que su cara norte es la que registra el mayor número de impactos: más del 90%. Por lo tanto los cañones austracistas estuvieron emplazados frente a la cara norte del castillo y como mínimo a unos 585 metros: fuera del alcance teórico y práctico de los fusiles borbónicos, así como de sus cuatro –Couto– o seis pequeños cañones –Hawley–.

Los austracistas no eran malos profesionales. Por lo tanto y para iniciar el asalto al castillo, lo primero que hicieron fue emplazar la batería de cañones para disparar contra el punto débil del mismo: la puerta de entrada. Si encima y estudiado lo tenían, ese fuego artillero cubría el posible ataque de su infantería, estamos ante el sueño de todo atacante. Esa puerta principal estaba donde hoy está la actual –más o menos–, y entre dos cubos.

Los austracistas y al iniciar el fuego, empezarían batiendo todas las posiciones desde donde los borbónicos les hacían fuego. Es lo que se denomina como “contrabatería”. Si caía la muralla o la puerta principal por efecto del fuego artillero, lo que se denominaba “abrir brecha”, las tropas se abalanzarían con el fin de ocupar la Plaza. No sabemos si la brecha se abrió, pero sí que las unidades de infantería no llegaron a entrar y por lo tanto, a ocupar el castillo.

Como aquel cañoneo no parecía que fuese a asustar a de la Grosetete, los austracistas decidieron hacer una mina subterránea hasta la muralla. Una vez allí, se depositaría gran cantidad de pólvora justo debajo y la volarían, hundiendo de ese modo la muralla y permitiendo el paso de la infantería. La Relación Puntual confirma lo de las minas, mencionando que los austracistas hicieron nada menos que tres: una dio en piedra y dos se hundieron.

JOSÉ VICENTE ARNEDO LÁZARO
Ganador del IV Premio de Ensayo e Investigación “Faustino Alonso Gotor”.
Socio de las Comparsas de Estudiantes y Marruecos –Cronista y Museo–
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