Ciudad

El Ayuntamiento retira el alero que quedaba en la Electro-Harinera para evitar nuevos desprendimientos

Tras la caída de una cornisa del edificio de la Electro-Harinera en la calle Madrid el pasado día 14, operarios municipales desmontaron ayer domingo la parte del alero que se mantenía, a fin de evitar nuevos derrumbes. Mientras tanto, el equipo de gobierno va a seguir reivindicando ante la Generalitat Valenciana que ejecute la prometida rehabilitación del emblemático inmueble, que acogería el futuro Museo de la Ciudad.
A raíz de aquel derrumbe, el concejal de Urbanismo, Carlos Beltrán, encargó al arquitecto técnico municipal que inspeccionase el edificio y un informe sobre qué actuación urgente se podía acometer. El técnico comprobó que había un grave riesgo de desprendimiento en la parte del alero que se conserva en la zona izquierda, con peligro para peatones y vehículos, por eso propuso la retirada del mismo, salvaguardando aquellos elementos que no fueran estrictamente indispensables para eliminar el peligro de derrumbes.

Así, a lo largo de la mañana del pasado domingo –al estimarse que sería el día de menor incidencia en el tráfico– la brigada municipal de Obras, usando una grúa móvil de brazo telescópico, procedió a la retirada. Sin embargo no se pudieron tapar los agujeros que presentan algunas zonas de la cubierta, por lo que seguramente cuando vuelva a llover algo de agua seguirá filtrándose hacia el interior del local.

Al respecto Beltrán manifestaba que “desgraciadamente el desprendimiento ocurrido ha eliminado elementos del inmueble que el equipo de gobierno consideraba esenciales, desde el punto de vista ornamental y arquitectónico, para explicar el desarrollo de la ciudad de los siglos XIX y XX”. Y añadía que se ha intentado fijar y mantener aquellas partes del alero que dan al patio interior, que de producirse alguna caída “irían a parar allí, donde el peligro es menor”.

No obstante, el edil de Urbanismo deja claro que esta actuación de urgencia no soluciona el problema integral del edificio “que necesita estar rehabilitado para que no se pierda el patrimonio, porque cada día se deteriora más”. Por eso cree que el Ayuntamiento debe seguir reclamando que el Plan Confianza que diseñó la Generalitat en 2009 acometa el proyecto de restauración al que se comprometió “y espero que lo ocurrido nos sirva para reivindicar con más fuerza que se realicen de una vez las obras”.

El concejal recordaba que en 2011 varias empresas optaron a la licitación de esta obra y se suponía que el proceso estaba en la valoración económica de las distintas ofertas, pero no hay constancia de que haya un informe técnico sobre esa valoración. “Por tanto, si el concurso no está suspendido de derecho, está claro que de hecho sí lo está”, decía Beltrán, añadiendo que “si la Generalitat quisiera ejecutar el proyecto lo haría, aunque a priori no tenga presupuesto para ello, igual que tiene que pagar por el aeropuerto de Castellón 120 millones de euros en un plazo de 6 meses”.

En caso de que finalmente la Conselleria de Cultura renuncie al proyecto, Beltrán opina que para el Ayuntamiento sería muy complicado hacerse cargo de la rehabilitación con recursos propios. Aún así se pregunta si vale la pena seguir invirtiendo fondos municipales en preservar y consolidar el edificio y renunciar a la inversión de la Generalitat, pese a que esté pendiente de ser restaurado

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