Cultura

El Barco Ebrio

Parece que la ni la revista Villena, ni la revista Rincones entre otras, todas de periodicidad anual y editadas por el ayuntamiento de Villena son suficientes para las inquietas mentes literarias de esta ciudad. Paralelas pero no revueltas han ido surgiendo a lo largo de los tiempos decenas de publicaciones que provienen de la iniciativa privada y no vinculada (al aito me refiero) revoloteando por las barras de los bares de Villena –para desaparecer fugazmente, como debe ser, encontrando un acogedor hogar donde ser leídas–. Y si muchos disfrutamos del Villenator, de Viento Fresco, del Día 4 que me fuera (cuando fue un folletín clandestino), o incluso de la revista Interiores, que aunque no era de iniciativa privada ha sido una de las mejores apuestas que ha llevado a cabo la Concejalía de Juventud –más preocupada ahora por la salud de los jóvenes que por su creatividad–, ahora tenemos la ocasión de recrearnos en una nueva iniciativa.
La publicación de la que ahora hablo supongo que toma el nombre del poema escrito por el genial poeta Rimbaud: “El Barco Ebrio”. Se trata de un poema sobre el que se navega durante toda una vida más que de una bitácora de realidades frías: “La tempestad ha bendecido mis despertares marítimos. / Más ligero que un corcho he bailado sobre las olas /a las que llaman rodadoras eternas de víctimas, / ¡diez noches, sin añorar el ojo memo de los faros!”. El Barco Ebrio donde navegan estos tripulantes se materializó hace unos meses y fue distribuido de un modo tan huidizo que a los pocos días hubo que poner toda la carne en el asador para hacerse con un ejemplar, el papel corrió de mano en mano y en apenas una semana todos los ejemplares desaparecieron de los bares. Diré, para que ustedes lo reconozcan, que se trata de un fanzine tamaño cuartilla con ilustraciones y escritos narrativos y poéticos, en su mayoría firmados con seudónimos, que se abre paso entre toda la morralla que inunda los expositores de los bares.
El viaje sigue adelante y pronto (enero de 2006) aseguran que tendremos la posibilidad de adentrarnos en un nuevo ejemplar donde espero concreten cuál es su periodicidad y dónde se realizará la distribución. Por el momento no sólo les aconsejaría leer la publicación –consiguiendo el próximo ejemplar o convenciendo a quien la posea de que nos deje echar un vistazo–, sino que además y aprovechando la oportunidad no dejen de descubrir los libros de poemas de Leopoldo María Panero, último poeta maldito dicen, hijo y hermano de poetas, que además es uno de los excepcionales colaboradores del boletín. Aprovechen también, cómo no, para leer el poema de Rimbaud que le da nombre.

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