Cartas al Director

El barco se hunde

Para despejar cualquier duda, he de decir que la situación creada en el Ayuntamiento de Villena no me agrada en absoluto, contemplo la crisis con preocupación y mucha perplejidad al comprobar cómo una mayoría absoluta se dilapida de manera tan irracional. Confío en que la ciudadanía local comparta estos sentimientos de pesadumbre y tristeza que emanan de nuestros gobernantes municipales.
Dicho lo anterior, lo que procede es intentar salvar la nave. Miren, si esto fuera un barco y yo uno de los viajeros de la travesía, ante todo, mi máxima preocupación sería que la tripulación no abandonara el mando, porque ello significaría navegar a la deriva. Por tanto, repito y remarco, es urgente que el motín en el barco no se resuelva con el caos. Y eso porque, insisto, yo voy dentro. Y le voy a recordar al pueblo de Villena que, también, ¡me acompaña en el viaje! A lo llano, lo que está ocurriendo en nuestro, repito, “nuestro” Ayuntamiento es grave, y es muy conveniente que estemos al tanto de lo que sucede. Que nadie escurra el bulto con el “esto no va conmigo”: Si el barco se hunde, nos hundimos con él. Así de claro.

Es conocido por todo el mundo, supongo –aunque a estas alturas del culebrón ya desconfío de lo que la gente conoce o no conoce–, que la mayoría absoluta al Partido Popular se le ha atragantado. La arrogancia ha devorado a sus promotores. Al principio de la legislatura el Partido Popular impidió el acceso a la Junta de Gobierno a los partidos de la oposición, con lo que creó un peligrosísimo precedente. La señora Alcaldesa impuso su soberbia aun a sabiendas de que siempre contaba con su comodísima mayoría absoluta para gobernar. Desprecio evidente. Y la legislatura ha seguido hasta que comenzó su voladura controlada a causa –dicen– de las dos facciones del Partido Popular en la provincia de Alicante. Cuesta mucho trabajo creer que semejante disparidad de criterio se fuera convirtiendo poco a poco en el motivo de desprecios, desplantes, ausencias y un largo etcétera de desagravios entre unos y otros.

Y mientras tanto, la llamada ciudadanía ¿qué? En mi opinión, de vacaciones con el PP. Es clamoroso que casi nadie se haya sublevado a esta forma de gobernar, ¿dónde están los “intelectuales”, dónde las plataformas, dónde los urdidores de tramas, dónde los “agraviados” de toda índole que hace unos años despotricaban contra todo lo que se movía? ¿Dónde? Produce bochorno el contemplar cómo este equipo de gobierno ha ido transitando por la vida pública, con sus zancadillas internas y sus misterios, ante la absoluta pasividad de la población. Por mucho menos de lo que ocurre ahora, años atrás se gritaba y pitorreaba por doquier.

Hasta aquí, parte de los acontecimientos. Pero, una vez hecho el análisis, sería indecoroso quedarse ahí. ¿Qué hacer? Tremenda pregunta que nos sitúa en el ámbito de la acción. Desde mi modesta opinión considero que si la “crisis de gobierno” actual está generada por el PP, debiera ser el PP el que le diese solución. Entiendo la cautela de la oposición ante el panorama presente porque, desgraciadamente, nadie se fía de nadie. Si el Partido Popular no alcanza a resolver la incógnita de la gobernabilidad, es al resto de los grupos políticos a quienes les concierne la tarea de hacer posible el gobierno. Dicho de otro modo, no quiero que el barco se hunda. Si existe el peligro de que la tripulación es incompetente para navegar, alguien tiene que hacerse cargo del timón. Y ese alguien pasa por: moción de censura y vuelco en el panorama actual; gobierno de minoría con algún tipo de plan pactado con la oposición…, todo menos dejar pasar el tiempo, con unos concejales -6- que se harían cargo de todas las concejalías, es decir unos “superconcejales”, y cuya gestión siempre estaría pendiente de los votos del resto de ediles del Ayuntamiento. Es imposible gobernar un pleno si sólo se tienen seis votos contra quince. No quiero imaginarme los Plenos del Ayuntamiento a partir de ahora si no hay algún acuerdo. Queda dicho que esta Corporación se ha visto favorecida por importantes cantidades de dinero y proyectos aparejados, y que no se pueden ver alterados ni afectados por ineptitud e irresponsabilidad. El pueblo, ¡ay!, sigo suponiendo, jamás perdonaría la pérdida de iniciativas por culpa de disensiones internas, orgullos lacerados o pulsos ridículos e inoperantes. ¡Yo no lo perdonaría!

El verano es propicio para el relax. En Villena, con motivo de las fiestas, durante julio y agosto se celebran innumerables actos festeros. La crisis de gobierno del Partido Popular coincide en el tiempo con la canícula, es por eso que la devoción no debiera nublar la obligación. En pocas palabras, lo que está sucediendo en nuestra ciudad tiene el suficiente calado como para que nos preocupemos, aportemos ideas, estemos atentos, evitemos más crispación –no son buenos los actos de adhesión inquebrantable a la figura de nadie y mucho menos que haya que rapar cabezas como apestados–, en fin, que hagamos uso de la cordura y la reflexión. Si todo el mundo dice que trabaja para Villena, me pregunto: ¿cuántas “villenas” hay en Villena?

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