Sociedad

El bingo recupera su mejor cara en la Comunidad Valenciana

En los años 90 o a principios del siglo XXI no era ninguna locura invertir el fin de semana en desplazarse hasta una sala de bingo. Una práctica muy habitual en la Comunidad Valenciana, teniendo en cuenta la popularidad de este juego y los suculentos beneficios que podía reportar. El acudir a una de las numerosas salas que existía en la región era casi un acto más en el día a día de muchas personas. Para los recientes mayores de edad suponía un paso adelante en su madurez, mientras que para los experimentados era el momento perfecto para desconectar.

Incluso parejas de mediana edad decidían coger parte de sus ahorros y encomendarlos a la fortuna de las bolitas y los cartones. Un negocio que funcionaba a la perfección y que se hacía cada vez más fuerte en la economía, ya no solo de la comunidad autónoma, sino también a nivel estatal. Y todo gracias a un juego que no solo tenía en las salas oficiales su desarrollo, sino que en los clubes de jugadores y de ocio de pequeños municipios de la comarca también se ponía en juego dinero en timbas relacionadas con el bingo. Quizá por ello esta práctica se ganó el corazón de los valencianos.

Sin embargo, llegó la crisis económica y toda la industria se fue desplomando poco a poco, como el que ve caer fichas de dominó a su paso. La ciudadanía comenzó a tener menos dinero para caprichos y los bingos pagaron el efecto. Pero, por supuesto, la reforma de la ley tabaquera también tuvo su parte de responsabilidad. Los bingos dejaron de ser desde entonces un centro habitual en el que se llevaba a cabo parte de la vida pública de muchos estratos de la sociedad valenciana. Algunos se convirtieron en lugares lúgubres y abandonados a su suerte y a la de sus últimos clientes que se resistían a abandonar.

Salas de hasta 600 asientos y en las que se había hecho una inversión importante antes de la crisis, tuvieron que decir adiós, por lo que el número se redujo en un alto porcentaje en la comunidad y en la provincia de Alicante. Sonado es el caso del Bingo Samoa, uno de los más representativos de la capital che y que tuvo que decir adiós a su licencia de juego. Muchos pensaron que si había caído este baluarte del juego, que no le pasaría al resto. Claro que también tuvo que ver mucho el cierre de un centro hospitalario que tenía muy cerca y que le proporcionaba gran cantidad de clientes.

Pero de un tiempo a esta parte el bingo va recuperándose favorablemente y ya empieza a dar sus frutos. Lo que un día el Gobierno de la Comunidad Valenciana no favoreció, lo ha ido compensando progresivamente hasta llegar a lo que es hoy. La Asociación de Salas de Juego de la Comunidad Valenciana ha peleado mucho en los últimos años para conseguir medidas que evitaran el cierre de más locales en la región de los que ya habían tenido que abandonar. Unas reformas fiscales que favorecieran al bingo y así se pudiera recuperar una de las tradiciones más españolas.

Los máximos mandatarios entendieron que también había que proteger los puestos de trabajo de las salas de bingo y a una actividad que estaba presentando muy buenos números, una vez pasada la recesión económica. Es por eso que las tasas fiscales se rebajaron y con ello se consiguieron mayores ingresos por parte de las administraciones. Eso no hizo otra cosa que revitalizar el bingo más tradicional e incrementar el porcentaje de premios que se llevaban los ganadores. Todo parecían ventajas, aunque también se tomaron algunas decisiones controvertidas y que no terminaron de convencer.

Para favorecer a los salones oficiales, se intentaron prohibir las apuestas relacionadas con el bingo en los centros de mayores y los hogares del jubilado. Algo en lo que la Comunidad Valenciana tuvo que echar marcha atrás y dejar las sanciones a un lado. Los más mayores, acompañados de los nuevos jugadores jóvenes que se estaban uniendo a la pasión por el bingo protestaron para que se volteara esta situación.

En la actualidad las salas de bingo se han ido modernizando y con la implementación del bingo electrónico se redondeó la ecuación. A través de esta nueva rama de bingo se interconectaron los locales de todo el país y de la Comunidad Valenciana en concreto, con el objetivo de crear una red de jugadores cercana y provincial a través de las máquinas de juego. Sus efectos ya se están comprobando con el récord establecido el año pasado en el que se llegaron a repartir 20.000 euros de premio en una sola partida de bingo electrónico y se alcanzó la cifra de 8.540 cartones vendidos. Cifra insuperable y que pone ya al bingo en una posición privilegiada.

El sector cuenta ahora con una gran flota de establecimientos en toda la Comunidad. Entre los bingos de Alicante podemos destacar 15 y ocho de ellos en la capital. En Villena hay tres en estos momentos y de momento gozan de buena salud. Que sigan repartiendo premios y dando entretenimiento a los más osados.

(Votos: 3 Promedio: 5)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba