El boomerang
Respiré aliviada cuando en días pasados el secreto peor guardado de toda Villena se hizo público y el PP llevaba a término la ruptura definitiva de sus dos bandos. La losa se abría y los resucitados resurgían de entre sus tinieblas, más brillantes, unidos y sonrientes que nunca; al G-5 le había cambiado la expresión sombría que lucían desde hace tiempo, y parecían recuperar el gesto de aquel lejano 27-M donde solo algunos podían intuir el paradero final de tanta mueca de alegría, tanto abrazo y tanta congratulación.
Me dije para mí, por fin vamos a descansar todos, los implicados porque han roto la soga que les asía a un compromiso de partido que, amordazándoles, los tenía mudos y paralizados rabiando cara a la pared su desobediencia; los que se quedan porque, libres de arrastrar la pesada carga de acallar día tras día los rumores más que fundados de una cuajada enemistad vivida y trasferida al ámbito de lo personal por el fangoso terreno que tan perjudicial ha resultado para Villena, pues el trabajo a realizar se ha desparramado hacia el desastre ante tanta delegación y tan pocas manos; y nosotros, los ciudadano, pues al fin, vana ilusión, íbamos a poder exfoliar nuestro oídos de tantas y tantas voces quedas, de tanta sospecha fundada y sin muerto al que hacer la autopsia, de tanta ridiculez, inmadurez, falsedad y caretas.
Me creí, ilusa de mí, que la cordura volvería tras su exilio, que el respeto por el nombre de Villena se abriría paso en la cerrazón del empecinamiento al que se han abandonado y que la dignidad obligada, imprescindible y perdida por todos ellos nos sería repuesta con creces, margen ganado después de tanto y tanto bochorno soportado. Pero no, la ilusoria esperanza duró lo que un pastel en la puerta de un colegio, y las acusaciones rebotadas en uno y otro lado volvieron más virulentas que nunca cargadas de veneno, exhalando un inaudito odio que personalmente no acabo de somatizar, y que ahora que las máscaras han caído, saca a ventilar los atajos que desde dentro de la casa de todos pueden ser recorridos por sus ocasionales habitantes dando de nuevo el protagonismo absoluto al ridículo que llegó sin haberse ido tan siquiera.
Ahora testificamos mediante las ruedas de prensa de No Adscritos y PP su particular cuadrilátero desde el que se lanzan puñetazos a diestro y siniestro, rememorando actuaciones pasadas más que cuestionables y evitando con un buen baile de pies pero escaso sentido del dribling ser noqueado antes de que el próximo año suene la campana que de una vez por todas ponga fin a esta legislatura esperpéntica, que no merecemos, y que se ha convertido en una improductiva e inmadura carrera en redondo de ellos tras ellos que sólo genera un surco sin cabeza ni pies y que les debería enterrar políticamente, o eso espero, tras este intolerable espectáculo.
Movida que no pasa ni por circo, pues más dignidad aportan los payasos a su profesión. Y ahora resulta que todos son víctimas de sus compañeros y se lo dicen sin pudor a la cara delante de los micros, con voces muy serias y circunspectas pero con pocos papeles que sostengan sus acusaciones. Y todos son los buenos, y lo han hecho muy bien y en beneficio de Villena han actuado de este modo. Y los que están, acumulando más poder que credibilidad quieren salir como héroes ante su electorado después de ganar a la imaginaria Hidra con cinco cabezas que criaron y han recreado fantasiosamente en el seno popular, y que ahora amenazan con hablar por cinco bocas de sus padecimientos en el destierro, y vuelta a empezar