Desde hace 6 años un equipo de investigación, que tengo la fortuna de dirigir, hemos estado trabajando en el yacimiento del Castellar. Un grupo multidisciplinar de técnicos y científicos, desde el campo de la arquitectura, la restauración y la arqueología, provenientes de la universidad y del sector privado, que han intervenido con su experiencia y sus conocimientos en la investigación y recuperación de este, ahora excepcional, yacimiento.
Los trabajos han sido encargados y sufragados por la empresa Bodegas Francisco Gómez, que desde el primer momento ha apostado por un estudio científico, un trabajo minucioso, una recuperación rigorista y una puesta en valor del yacimiento. Todos los trabajos han contado con la inestimable colaboración del Museo Arqueológico de Villena.
Conocido de antiguo por don José Maria Soler como un asentamiento fortificado medieval Islámico en altura, con un cerco a piedra seca de conformación masiva y carente de estructuras internas, las nuevas intervenciones han puesto al descubierto un yacimiento muy diferente.
Hallazgo excepcional
El que aparezca, en este momento, como un hallazgo excepcional, debe enmarcarse en la dinámica en la que nos encontramos hoy en día. Por una parte estamos en un proceso de renovación de conceptos y teorías no solo en el campo científico y técnico, sino en el social y cultural; por otra conocemos mejor los complejos sistemas económicos del pasado y por ello estamos en cierta disposición de interpretar y comprender los nuevos datos y descubrimientos desde una nueva perspectiva.
El hallazgo es excepcional por varios motivos: En primer lugar Teórico.
El yacimiento viene a ocupar un vacío en el registro arqueológico y el cultural. Este hecho pone en tela de juicio el manido recurso de tantos investigadores y escritores de los vacíos culturales. Ha sido recurrente en las investigaciones recientes el vacío cultural y de población del Alto Vinalopó de los periodos posteriores al Bronce Final y anteriores al mundo Romano. Si ya era discutible este recurso en los años 80, en la actualidad es una muestra de puro despiste científico y achacable a la falta de trabajos serios (paliados parcialmente y con gran esfuerzo por campañas de prospecciones, difíciles y siempre incompletas, que se desarrollan intermitentemente en Villena por parte del Museo Arqueológico).
Es excepcional porque abre una discusión no tanto para el periodo que ocupa este yacimiento los siglos VII-VI a.c. sino para interpretar los periodos anteriores, fin del Cabezo Redondo en el Bronce Tardío-Final y posteriores Mundo Ibérico. Así, permite abrir un debate sobre los circuitos económicos y sociales en la prehistoria reciente y la importancia económica del Alto Vinalopó y la comarca de Villena en la prehistoria, y sobre todo intuir su posicionamiento geoestratégico con relación a las comarcas vecinas. Plantea un debate sobre los recursos de estas tierras y su explotación, la comercialización de dichos recursos y su transformación en riqueza, cambios sociales y religiosos.
Y por esto este yacimiento, a su vez, aporta una nueva pieza, pequeña y en cierta medida indirecta pero importante, al gran debate sobre la pertenencia del Tesoro de Villena a las poblaciones locales, con lo que a su vez afirmaría una rica dinámica socioeconómica y cultural de los pueblos que habitaban estas tierras en la antigüedad. Elementos en los que pocos investigadores han incidido y mucho menos los Tipologistas o Historicistas.
Mundo Fenicio
En segundo lugar, el otro elemento que define este yacimiento como excepcional son sus estructuras. Aprovechando los abruptos relieves de la Sierra de En medio, en uno de los salientes rocosos se alza una muralla a piedra seca de espectaculares dimensiones. El lienzo amurallado cuenta con cuatro sólidas torres y un acceso en codo. El recorrido de la muralla por su parte interna se jalona con un adarve y paso de ronda muy bien conservados. Este recinto alberga un conjunto de viviendas y edificios de carácter civil y religioso.
El asentamiento en sus primeros análisis aporta un interesante conjunto de materiales de los siglos VII-VI antes de Cristo claramente adscribidles al periodo de las colonizaciones, enmarcado en el ámbito del mundo Fenicio. Un periodo crítico en el desarrollo de nuestras tierras, en el que se asimilan innovaciones tecnológicas como la cerámica a torno o mejoras en la metalurgia. Se producen avances económicos con el cultivo de la vid, olivo y cereales, con el consiguiente desarrollo de una economía basada en el vino, el aceite y el trigo. Y se dan importantes cambios a nivel cultural con la introducción de la escritura e incluso innovaciones religiosas, con la incorporación de un panteón complejo y rico similar en todo el mundo Mediterráneo.
Mucho por descubrir
No obstante y esto es lo que parece aportar este yacimiento, estas innovaciones se incrustan en una sociedad indígena (local) compleja y rica culturalmente de la que desconocemos todavía mucho. A su vez el yacimiento del Castellar aporta nuevos datos sobre el proceso de formación de la Cultura Ibérica. Los primeros análisis nos indican una implantación muy temprana y decidida del consumo del aceite y del vino, con la consiguiente incorporación del cultivo de la vid, olivo y cereales en nuestras comarcas, con todo el elemento económico y sociocultural que conlleva.
Es difícil precisar el alcance de este descubrimiento. Ya que a diferencia de otros yacimientos y su importancia científica, en el Castellar, gracias a la iniciativa de Don Francisco Gómez y a la idea clara y concisa de excavar, rehabilitar y ponerlo en valor, se ha generado un espacio único de alto valor cultural y paisajístico en un entorno privilegiado que pretende generar una dinámica social, cultural y económica para todo el entorno. Puro I+D+I. Innovación, desarrollo e investigación en Villena.
Marco Aurelio Esquembre Bebia
ARPA Patrimonio S.L.
Director del Proyecto de investigación del yacimiento del Castellar. Villena (Alicante)
