Cartas al Director

El celibato sacerdotal

El otro día vi en la televisión el anuncio que la Conferencia Episcopal española ha lanzado a los ciudadanos masivamente, que habla de las vocaciones sacerdotales. Me parece bien como católico de base, que la iglesia como Institución publicite sus necesidades y carencias a nivel global, eso demuestra un aperturismo y modernidad que en otros temas que acucian a la sociedad actual, hace caso omiso.
El problema de la falta de vocaciones sacerdotales por parte de los jóvenes en el mundo de nuestros días, es más problemático de lo que parece. Hay muchas connotaciones que se debieran tener en cuenta.

Un joven puede sentir la llamada de Dios y sentirla con mucha fuerza, ya que en un mundo deshumanizado y radicalmente laicista, donde los gobiernos en muchos países practican la doctrina del materialismo radical y las tesis de sin Dios, es muy difícil que una persona joven piense en dedicar su vida a los demás y a Dios. Este hecho es casi impensable en una sociedad como la nuestra, que ha ido perdiendo paulatinamente todos los valores morales y de fe.

Pero todavía es más complicado, desde mi punto de vista, que un joven sacrifique su vida sobre todo en el tema de su sexualidad, teniendo que prometer voto de castidad y celibato total. Esto es una regla exclusivamente de los sacerdotes de la Iglesia católica, ya que dentro de las confesiones religiosas cristianas, están los pastores protestantes que pueden casarse y fundar una familia y eso no es óbice para que puedan ejercer y desarrollar perfectamente su ministerio sacerdotal.

Al igual que el matrimonio católico se caracteriza por el sacramento, el comprometerse de por vida con Dios no quiere decir ni mucho menos que los curas no puedan casarse y conocer el amor de una mujer. Y a las pruebas me remito: algunos Apóstoles del Señor eran hombres casados y también lo siguieron. Aunque esto que expongo en la actualidad es una utopía y mientras la jerarquía católica no se abra a la realidad de la sociedad de nuestros días, este cambio radical en la política de la iglesia católica seguirá siendo un muro infranqueable para muchos jóvenes, que aun sintiendo la llamada del Señor, no podrán llegar a alcanzar el sacerdocio porque la atracción natural y lógica al amor de una mujer, será más fuerte. Y por tanto para fallar en este precepto de la Iglesia católica (voto de castidad), tendrán que elegir otro camino para su vida.

Está claro que en una sociedad como la actual, todo lo que suene a Iglesia es rancio y caduco. Y parte de la culpa de esta sensación la tiene la propia jerarquía católica, por hacer caso omiso a lo que está ocurriendo en la sociedad. Si se introdujeran cambios importantes y radicales en la política de mantener al sacerdocio célibe, estoy seguro, como católico de base, que mucha gente vería muy bien que los curas se casaran y tuvieran su propia familia. De este modo su integración en la comunidad sería efectiva y total.

Estoy seguro de que las vocaciones sacerdotales aumentarían de forma significativa y la iglesia renovaría sus filas con curas jóvenes, que ya van haciendo falta, pues la media de edad está muy elevada. Y hacen falta curas jóvenes con fuerza y nuevas ideas, que refresquen el mensaje siempre actual del Señor.

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