El cementerio acoge este domingo la presentación del poemario “Réquiem”
El poeta alicantino Vicente Férez, que utiliza la muerte como musa, firmará ejemplares y recitará poemas a quien lo desee

El cementerio de Villena acogerá este domingo, 23 de marzo, una novedosa iniciativa cultural de la mano del poeta alicantino Vicente Férez –V. F. es su nombre artístico–, que se instalará durante toda la mañana en la capilla del camposanto, donde firmará ejemplares de su libro “Réquiem” y recitará poemas a quien lo desee.
La edil de Cementerio, Maite Gandía, recordaba que no es la primera iniciativa cultural llevado a cabo en el cementerio, que ha acogido visitas turísticas guiadas y ha sido escenario de sesiones fotográficas posteriormente expuestas en otros lugares, como la ermita de San Antón. Por ello, ante el ofrecimiento del poeta, que es alicantino pero cuya madre es villenense, pensó que sería una buena iniciativa.
Así, Férez se instalará en la capilla del cementerio –que decorará con flores, incienso y música ambiental– desde las 9 de la mañana del domingo, atendiendo a quien se interese por él o por su obra. También dispondrá de ejemplares de su poemario para vender y firmar y, si alguien lo desea, podrá recitar cualquiera de sus poemas. La idea es mantener la presencia hasta medio día y, en función de cómo haya ido la mañana, seguir durante la tarde hasta el horario de cierre de las instalaciones.
El poeta de la muerte
Vicente Férez no era poeta ni escritor, sino un simple ciudadano que tras vivir varias experiencias trágicas plasmaba sus pensamientos y reflexiones en redes sociales. Por sorpresa, un día contactó con él un poeta gallego que admiraba sus textos, animándole a escribir de forma más profesional y a publicar sus escritos, algo que finalmente ha hecho con “Réquiem”, un libro autobiográfico donde el autor expresa “su propio sufrimiento, ya que cada poema es sangre y vísceras”, decía.
El autor apunta que “no escribo a la muerte por elección propia, sino porque la propia vida me ha llevado ahí y es una realidad a la que no podemos dar la espalda”. Por ello, decidió componer y escribir en cementerios, lugares “solemnes y de culto por los que tengo un absoluto respeto, pero también son espacios de paz e introspección donde puedo llevar a cabo mi liturgia poética”, concluía.