El cómic es sexy
Abandonad toda esperanza, salmo 557º
Cuando ustedes lean esto, si es que son de los lectores tempraneros (los de viernes por la mañana, vaya), servidor estará inmerso en plenas jornadas de Unicómic como coordinador y participante en una mañana monográfica sobre la presencia del erotismo en el mundo de la historieta. Si todavía queda alguien a estas alturas que piense que los tebeos son solo para niños, con pasarse un rato por la sala de conferencias de la Sede Universitaria de la calle San Fernando en Alicante tendrá más que suficiente como para cambiar de idea. Con todo, y dado que me consta que algunos no podrán acercarse a las jornadas, me propongo aprovechar este espacio para recomendarles los tres títulos en los que centraré mi conferencia, ya que todos ellos merecen leerse y estudiarse en profundidad... y porque la preparación del evento tampoco me ha dejado mucho más tiempo libre como para leer cualquier otra cosa.
Empezaré con Valentina, un clásico indiscutible no ya del cómic erótico, sino del cómic a secas. Nacida en 1965 en las páginas del segundo número de la revista italiana Linus, la fotógrafa Valentina Rosselli pronto se convirtió en la protagonista de la serie en la que aparecía como personaje secundario y acabó siendo la creación más popular de su autor, el indispensable Guido Crepax. Este, arquitecto y publicista antes que autor de cómics, le dio a su curvilínea protagonista una apariencia deudora tanto de la actriz Louise Brooks en el clásico del cine mudo La caja de Pandora como de su propia esposa Luisa, e incluso le prestó la fecha de nacimiento de esta última. Así, Valentina nacía el Día de Navidad de 1942, y cuando el lector la ve por vez primera es una joven de 23 años que pronto se descubrirá como una mujer liberada e hija de su tiempo. Al margen del atractivo erótico, Valentina es un título fundamental por varias razones: primero, porque refleja como pocas series de cómic el paso del tiempo a través de un personaje que envejece en tiempo real hasta alcanzar los albores del siglo XXI; segundo, porque a través de las desventuras de su protagonista, Crepax construye un compendio de las letras y las artes del siglo pasado, con continuas referencias a la pintura, la literatura y el cine que consumen sus personajes (y es que Valentina no sería lo que es sin la Nouvelle Vague y el Swinging London, por ejemplo); y tercero y más importante, porque en cada entrega, casi en cada página, y con una belleza sin par, el autor nos ofrece un trabajo gráfico que no tiene parangón, y donde investiga las posibilidades narrativas y visuales del medio como hasta entonces solo se había visto una década atrás y al otro lado del Atlántico: en las páginas del Spirit de Will Eisner. En definitiva: un título clave de la historia del cómic.
Sin duda, mucha menos relevancia histórica tiene Black Kiss, aunque en la educación sentimental del que esto firma haya jugado un papel fundamental: como ya les conté en cierta ocasión, leí las diez páginas del primer capítulo de esta serie limitada de Howard Chaykin con apenas doce o trece años, y tanto la complejidad de la trama que allí se adivinaba como, claro está, lo sexualmente explícito de la propuesta me aconsejaron no continuar con su lectura, pero me fascinaron lo suficiente como para no olvidarla y recuperarla algunos años después de forma íntegra. Una vez leída en su totalidad, se convirtió en un título que todavía cito entre mis veinte tebeos favoritos cuando me preguntan por estas cosas; y releído ahora por enésima vez de cara a la preparación de la charla me reafirmo en mi opinión: estamos ante una narración de ritmo vertiginoso, que bebe de la literatura pulp y el cine de serie B para urdir un relato repleto de giros inesperados que flirtea con varios géneros hasta alcanzar un final sorprendente. Y todo ello, con el reconocible estilo visual de un grande como Chaykin, aquí en su mejor momento creativo tal y como se plasma en cada una de las páginas de la obra, en un contrastado y poderosísimo blanco y negro. Una obra fundamental, vaya, aunque lógicamente solo sea apta para lectores nada mojigatos.
El título con el que terminaré mi intervención es Lost Girls, la personalísima aportación del siempre interesante, y muchas veces magistral, Alan Moore al mundo de la viñeta erótica. Dibujado por su compañera sentimental, Melinda Gebbie, con la que contrajo matrimonio durante el largo proceso de gestación de la obra (es decir, el de Lost Girls fue un embarazo de penalti), esta obra es una relectura en clave adulta (en todos los sentidos del término) de los libros infantiles y los álbumes ilustrados, recuperando a tres personajes ajenos (Alicia, Dorothy y Wendy, protagonistas de Alicia en el País de las Maravillas, El mago de Oz y Peter Pan respectivamente) a los que sumerge, en sus respectivas versiones adultas, en la Europa de principios del siglo XX, la del nacimiento del psicoanálisis y el estallido de la Primera Guerra Mundial. Un trabajo fascinante, repleto de detalles que pueden pasar desapercibidos con facilidad, y que por tanto -como suele pasar con la producción del autor de Watchmen y From Hell- aumenta en interés con cada relectura.
Si planean leer alguna de estas obras -o, mejor, las tres-, aquí van algunas advertencias al respecto: si encuentran los doce cuadernillos originales de la primera edición de Black Kiss en español, háganse con ellos porque igual tienen un cierto valor de coleccionista y todo; pero quizá sea más conveniente leerla en tomo recopilatorio, porque la complejidad de la historia aconseja hacerlo de un tirón y prestando mucha atención a lo que en ella se relata. En cuanto a Valentina, huyan como de la peste del volumen de DeBolsillo, que masacra la edición original recortando páginas y remaquetando viñetas, cuando Crepax concebía cada plancha como una unidad narrativa completa; por tanto, es aconsejable adquirir más bien los volúmenes que viene publicando cada cierto tiempo Norma Editorial, y de los que ya han visto la luz cuatro... todos ellos indispensables, huelga decirlo. Y sobre Lost Girls... Moore es casi siempre una apuesta segura, y esta obra no es una excepción; pero si quieren darle un tiento antes de apoquinar una cantidad considerable, échenle un vistazo al cuaderno especial que publica la revista Interviú este próximo lunes, y que incluye los primeros ocho capítulos. Sí, han leído bien: Interviú publica un cómic. Además, un cómic de Alan Moore. Y, por añadidura, lo hace tres días después de la jornada sobre cómic erótico de Unicómic en la que hablaré de ese mismo cómic. ¿Acaso la vida no es maravillosa a veces?
Unicómic 2017 (XIX Jornadas del Cómic de la Universidad de Alicante) se celebra del 23 al 25 de marzo de 2017 en Alicante; Valentina, Black Kiss y Lost Girls están editados por Norma.