Fiestas

El cuadro de la abuela

A veces, cuando te dispones a realizar algo “desconocido”, te planteas que el resultado pudiera no ser el esperado. La inercia te impulsa a buscar cosas diferentes, como quien espera encontrar en el desierto algo distinto a granitos de arena. La inquietud nos invita a buscar hallazgos distintos, que tengan particularidades propias y que, ya puestos, pudieran ser únicos.
Esta reflexión tuvo lugar en el seno de la Junta de la Virgen cuando se dio luz verde a la restauración de un pequeño cuadro situado en la sacristía del Santuario. Un lienzo que se mostraba “algo” antiguo, y que veíamos con resignación como el paso del tiempo iba mermando sus características pictóricas. La Junta decidió acometer su restauración cumpliendo con uno de sus fines estatutarios, recuperar el patrimonio de Villena y su Santuario. Se pidió presupuesto a la persona que pensábamos ideal, Virtu Rosillo. Una restauradora villenense conocida por su excepcional currículum, incansable colaboradora de la Junta de la Virgen y con todo aquello que tenga que ver con Villena y su patrimonio. Para este proyecto, contó con la colaboración del museo arqueológico José María Soler y el asesoramiento del Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Generalitat Valenciana. Tomada la decisión de la rehabilitación, hicimos llegar el cuadro a la restauradora. En la sacristía del Santuario se notó un vacío físico, pero en el ambiente se palpaba una notable ausencia sentimental.

A la par a estos sucesos, se presentaba en Villena el libro “El conjunto monumental gótico- renacentista de Villena” escrito por José Fernando Domene Verdú. Nos sorprendía que en su capítulo 13, titulado “La arquitectura vestida: mobiliario y ajuares de los templos de Villena a partir del renacimiento”, se mencionaba un interesante apunte acerca de este cuadro, por parte de Alejandro Cañestro Donoso, doctor en historia del arte. Haciendo un recorrido por el camarín de la Virgen, comentaba D. Alejandro que en la pequeña sacristía se podían contemplar algunos lienzos muy interesantes y los comentaba en estos términos… “Uno que destaca sería el que representa a la Virgen de las Virtudes revestida con los atributos propios de esa imagen, es decir, rostrillo, corona imperial, saya y manto, además de las joyas, con el niño ataviado como su madre, dentro de una estética que podría corresponderse a los años centrales del siglo XVII, dentro de los rasgos de la corte de la talla de un Sánchez Cotán o Coello”.

Atando cabos
Se había escrito del cuadro que habíamos tomado la responsabilidad de restaurar. El tema comenzaba a ser interesante. Más aun cuando, al domingo siguiente, una persona preguntaba insistentemente al cura de la Virgen por el paradero del lienzo. El hueco dejado en la sacristía invitaba a ello, pero se trataba de una persona que cuando se acercaba al Santuario para ver a su Patrona, lo hacía también expresamente para ver el cuadro. Por ello, sintió un vacío mayor que aquel que pudiera sentir cualquier visitante.

El sacerdote remitió a dicha persona al presidente de la Junta de la Virgen. Esa persona era D. Carlos Hernández López, conocido por regentar la conocida “Gestoría Geysa”. El presidente le puso en antecedentes la decisión tomada por la Junta de la Virgen, un testimonio que recibió con gran agrado, y aprovechó para intentar recabar algún dato sobre el cuadro. Carlos alegó que aquel lienzo era especial por muchos motivos para él y su familia. Para ellos era “el cuadro de la Abuela”.

Dicho cuadro tenía, y tiene, importantes vínculos con una significativa historia dejada a su paso, distinta, digna de ser conocida y que crea un entorno determinante en su familia. Un cuadro con tradición diferente y entrañable, llena de fuerza y cariño, importante en sí misma. Un cuadro envuelto en una amalgama social y sentimental de devoción y cariño hacia nuestra Patrona.

Aquel óleo sobre lienzo pertenecía desde fecha inmemorial a la familia de su abuela materna, Catalina Hernández García (“Monjera” de apodo - Villena, 1905-1990), de cuyo matrimonio con Jerónimo Hernández Hernández (“El Culón” - Villena, 1903-1991) tuvo un único hijo, el padre de Carlos, Jerónimo Hernández Hernández (“El de Geysa” - Villena, 1930-2010). El cuadro representa a la Virgen de las Virtudes y es atribuido a la bisabuela de Catalina, o como decía ella, mucho más “antigüísimo”. Fue donado por sus abuelos al Santuario de la Virgen de las Virtudes pasados unos años de la guerra civil española.

La historia de la donación comienza cuando, una vez terminada la guerra civil, y teniendo el padre de Carlos apenas nueve años, su abuelo fue condenado doce años por auxilio a la rebelión. Primero fue prisionero en Alicante y después en Cartagena. Sus méritos, el azar, o tal vez la intercesión de La Morenica, permitieron que el abuelo eludiera ciertos “paseos” a los que fueron sometidos algunos de sus compañeros. Sucedió entonces que, antes de finalizar la condena, fue puesto en libertad.

La donación
Tan pronto como el abuelo fue liberado, Catalina y Jerónimo dieron cumplimiento a la promesa que hicieron a la Virgen de las Virtudes. Si Jerónimo salía ileso de prisión, donarían al Santuario el más preciado de los bienes de la familia, “el Cuadro de la Virgen". Y así lo hicieron. Una mañana de 1941, el abuelo Jerónimo, la abuela Catalina y su hijo Jerónimo, junto a la tía Sole (Soledad Cros Hernández, de Madrid), acompañados de los primos Lorenzo, Anita y Toni Hernández Tomás, peregrinaron al Santuario para donar el cuadro. El abuelo lo transportó atado a su espalda, a pie y por la antigua vía del Chicharra. El cuadro estuvo colgado muchos años en la pared que asciende a la planta superior, para después pasar a la sacristía.

Una historia interesante y que marcó a la familia, más aun cuando se recuerda con nostalgia el relato que tantas veces contaron sus abuelos. Una historia llena de matices y detalles, que emana desde el corazón y la devoción. Un cuadro que para la familia es mucho más que un lienzo, es un sentimiento que evoca vicisitudes vividas por su abuelos, un lienzo que da nítida luz a una etapa oscura de nuestra historia y que, por ello, siempre guardarán en la memoria.

Precisamente por todo ello, aun estando el lienzo parcialmente restaurado, se decidió que debía participar en la exposición programada para los mantos de nuestra patrona recientemente restaurados. Una muestra celebrada en el salón de Plenos y en la que entendimos que no podía faltar “el cuadro de la abuela” para disfrute de visitantes, villeneros y villeneras. Por ello, la ciudad pudo ver de primera mano el cuadro junto a los mantos del Sol, Indias y antiguo estandarte, auténticos tesoros textiles del ajuar de la Virgen de la Virtudes.

Un cuadro que es un óleo sobre tela de 80 x 90 cm, que representa la imagen de la Virgen de las Virtudes. Una obra denominada de clavario, que en su momento surgieron por la costumbre de tener la talla de la virgen en casas particulares. Posteriormente algunas familias encargaban la representación de la imagen en lienzo, para tenerla en casa de manera permanente.

La restauración
El estado de conservación en el que se encontraba el lienzo era complicado. Tenía una serie de patologías ocasionadas por el envejecimiento de los materiales, debido a variaciones ambientales e intervenciones anteriores poco acertadas. Unos trabajos realizados con métodos y productos incorrectos, que deterioraron la obra de manera considerable, hasta hacerla perder su aspecto original y peligrar su conservación. Estas alteraciones eran rotos, golpes, destensado y desgaste del soporte, sobre todo en la parte inferior de la obra debido a una erosión o inadecuada limpieza. También se observaba suciedad y repintes en grandes superficies, que ocultaban los colores originales quedando en algunas zonas la película pictórica oculta tras una capa de betún de Judea espesa y barnices oxidados.

Por motivos que se desconocen, el lienzo fue recortado perdiendo posiblemente las medidas originales y posibles datos como firmas o fechas. Determinar la época a la que pertenece con exactitud, según Virtu Rosillo, es complicado. Sin embargo, según estudios de características de la obra, tras la restauración se aportan otros datos a tener en cuenta. Por ejemplo la imprimación de color almagra y el tipo de tejido del manto de la imagen, una serie de textiles muy utilizados en la zona valenciana entre los siglo XVII y XVIII. También y por analogía, se podría confirmar esta época por la localización e investigación de otras tres representaciones de características similares en Villena.

El proceso de intervención constó de una limpieza mecánica y química de la película pictórica, sin olvidar el reverso de la obra. Se realizó un reentelado de la obra viajando el lienzo a las instalaciones del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración, donde nos cedieron sus equipos especializados. Allí, el lienzo fue recortado y pegado sobre una tabla. Con dicho reentelado, se le ha devuelto mayores dimensiones, con la posibilidad de tensarlo sobre un nuevo bastidor de expansión con ensamblaje y teniendo una mejor adaptación del movimiento al soporte textil.

Otros procesos decisivos han sido la consolidación de craqueladuras con peligro de desprendimiento de pintura, reintegración cromática de zonas que habían perdido la pintura original y la protección final de la obra. Estos procesos han devuelto al lienzo la estabilidad y su aspecto original, conservando la pátina que el tiempo deja sobre las obras y que tanto nos cuenta de ellas.

Nueva donación
Por todo ello, finalizada la restauración se programó un acto en el Santuario. Un evento sencillo, pero emotivo, para mostrar a la ciudad la rehabilitación. El domingo 28 de junio“El cuadro de la abuela” estuvo presente en la Santa Misa a los pies de la Virgen. A la finalización de la Eucaristía, fue colocado en su lugar definitivo, la sacristía del Santuario. Al acto asistieron los descendientes de la familia que donó el lienzo, entre ellos Antonio Hernández Tomás, que cuenta en la actualidad con 83 años, y recordaba con nostalgia, cuando con 10 años fue “pegado” a su tío por la vía del Chicharra hacia el Santuario junto a ese cuadro, sintiéndose parte de esta importante historia.

En este acto, Carlos Hernández nos sorprendió mostrando desde el altar el original inédito correspondiente a una ficha que había encontrado entre los documentos familiares. Era un certificado del centro de reformatorio de adultos, donde en fecha 24 de octubre de 1941 fue puesto en libertad D. Jerónimo Hernández Hernández. Carlos hacia un ruego por expreso deseo de la familia, de que dicho documento permaneciera junto al cuadro, colocado en su reverso, como prueba fehaciente de esta intensa historia y entrañable donación.

“El Cuadro de la Abuela”. Un lienzo singular por muchos motivos: por su historia sentimental y material, que hacen de esta obra un motivo más para seguir conservando, admirando y disfrutando el patrimonio de Villena. Lamentablemente, es escaso el conservado el Santuario, fundamentalmente por dos razones: por la delicada conservación del material y porque muchos de nuestros bienes desaparecieron o fueron destruidos durante la guerra civil.

Desde aquí y para finalizar, me gustaría hacer partícipes de este artículo a los verdaderos motores que han hecho posible el rescate de esta historia. Una prosa enlazada repleta de reseñas, endulzada por los datos técnicos y de investigación de Virtu Rosillo García y aderezada por la historia familiar rescatada de la memoria por Carlos Hernández López. Sin su colaboración y apoyo, esta historia no hubiera podido ser hilvanada adecuadamente.

Para un servidor siempre es un verdadero placer tener la suerte de ir descubriendo, de primera mano, historias llenas de sentimiento y emoción donde se muestra ese gran cariño que se siente hacia nuestra Patrona.

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