El día de los inocentes
Lo que el pasado 28 de diciembre se vivió en el Salón de Plenos del
Ayuntamiento hizo honor con creces al sobrenombre de la fecha, "Día de los inocentes". De hecho, me pareció una broma, aunque pesada y de muy mal gusto, en la que de alguna manera, bromistas e inocentes resultamos ser todos, incluidos gobierno, oposición y pueblo de Villena.
Bromistas e inocentes fueron el equipo de gobierno por creer que el proyecto de "Centro de Ocio" en la Plaza de Toros es la mejor solución para la evidente carencia de ocio y servicios que tiene Villena. Parte del pueblo ni siquiera lo ve claro, otra parte lo rechaza sin miramientos, y la gran mayoría lo desconoce por completo. ¿No parece más un enlace entre el final de la legislatura y promesas electorales de cara a la próxima campaña? Por otra parte y siguiendo con el pleno, broma pesada la que gastan cuando, por intereses estatales, dejan de defender los de su pueblo y se adhieren al trasvase Júcar-Vinalopó desde Azud de la Marquesa, ignorando los estudios que desaconsejan el uso de esa agua para el regadío. Y antes de mirar los estudios (de la Universidad de Alicante) que sí defienden esta posición, quizás deberían averiguar quien o quienes pueden estar detrás de ellos, incluido nuestro concejal de Medio Ambiente, Antonio Pastor, profesor del Departamento de Ecología de dicha universidad, o su hermano, Enrique Pastor, director de comunicación de "Aguas del Júcar". Una vez más, los intereses por delante.
Al mismo tiempo, bromistas e inocentes también los partidos de la oposición, PP e Iniciativa Independiente, por creer que por vía jurídica se puede conseguir lo que no ha podido la presión de la opinión pública. Una nueva broma, y también pesada, la que intentan gastar haciendo creer al pueblo de Villena que están hipotecando su futuro, y que será el próximo pueblo en aparecer en el mapa de los "pelotazos" urbanísticos.
Y por último, no podemos olvidarnos de los principales protagonistas de
la noche, el pueblo de Villena, que en su afán por dar la nota y boicotear el pleno lo convirtieron en un partido de fútbol: con la afición del equipo local sentada en los palcos y aplaudiendo cualquier intervención de sus concejales; y más vergonzosa la actuación de la afición visitante, situada en el gallinero y que, a base de insultos, pitidos y gritos, interrumpía constantemente y se ganó a pulso su expulsión del terreno de juego. Desde luego, ellos fueron los principales bromistas, al convertir un acto institucional en un espectáculo más propio de la tele-basura, y por otra parte, también fueron los principales inocentes, pues de alguna manera salieron perjudicados por todo lo que aquel día aconteció.
Fdo.: Fran Estevan.