Estación de Cercanías

El ejemplo Alboloduy

Creo que no es la primera vez que les digo que me encanta el verano, y les aseguro que no será la última. Y me gusta por sus muchas horas de luz y su mucha gente en las calles, y las posibilidades infinitas de nuevas experiencias que se pueden llevar a término bajo el calor del sol, bajo el azul intenso e incomparable de los cielos de estío o sobre cálidas arenas bañadas por turquesas aguas como las que yo he podido disfrutar durante los días de descanso que este medio y mi trabajo me han concedido.
No se piensen por la retórica anterior que he salido de España. He estado en Almería, en el Cabo de Gata, en casa de mi amigo Manuel. Manuel es buen amigo, mejor persona y un hombre encantador que ha llegado a nosotras por amor a un villenero. Y de la mano de su infinita amabilidad hemos recorrido preciosas calas cobijadas al abrigo de altas montañas que, en continuada lucha de poderes, se muestran altaneras a los interminables envites a los que el mar las somete día tras día.

Almería se me asemeja a Villena, intuición que Manuel convirtió en certeza durante una cálida y larga conversación de verano. Nos confesaba Manuel, no sin cierta amargura, la situación de abandono a la que están sometidos los almerienses, ubicados en un extremo de Andalucía y sin apenas comunes que unan a sus gentes con las demás provincias hermanas: los almerienses no tienen autovía que les lleve a Málaga, su más cercana vecina, y sí a Murcia. Y ven cómo las formas de la hermana preferida, Sevilla, se van comiendo el terreno de sus costumbres ornamentales, procesionales o festivas. Y nos vi un poco a nosotros como a ellos, hospedados, porque alguien en su momento así lo decidió, en casa ajena que no es hogar. Pero como las noches de verano son largas, y la enriquecedora conversación dio para mucho, Manuel nos contó, como aquel que cuenta historias de una época no tan lejana como pensamos, que en su pueblo de padrón, corazón y familia, Alboloduy, gobierna el Partido de Jóvenes Electores Independientes por el Desarrollo de Alboloduy. Es éste un pintoresco pueblo de difícil pronunciación pero preciosa imagen situado en plena Alpujarra almeriense, que con 600 habitantes y en pleno siglo XXI, lucha por soltar amarras de un pasado no tan lejano y mirar hacia delante a través de los ojos de sus jóvenes. Y cuenta cómo después de ser destapado un escándalo inmobiliario que dio de pleno sobre al teniente de alcalde y por salpicadura manchó al partido en el poder, y que acabó con la expulsión del concejal que se opuso a mentir a sus vecinos por el bien de unas siglas, se creó el partido que desde hace 6 años da vida a este pueblo en peligro de extinción.

Y también nos cuenta Manolo que el partido lo llenan jóvenes del pueblo de toda idea y convicción, y que el alcalde es del PP y su teniente de alcalde de IU, y que cuentan con 6 de las 7 concejalías en juego, y que para terminar de completar este guión, estos jóvenes que están ofreciendo nuevos tiempos luchan contra costumbrismos enraizados muy hondo y unos mayores que ven peligrar la vida que siempre han conocido, pero que los votan y los subvencionan. Y lo hacen porque saben que son su salvación y que, sin la unión de todos, este pueblo acabará muriendo. Y porque a pesar de su lento progreso ellos sí han comprendido que en los pueblos hay que luchar por el pueblo, por esas letras que ordenadas forman su gentilicio, y no por el nombre de un partido.

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