El enemigo interior
Abandonad toda esperanza, salmo 352º
La noticia cinematográfica del año no es que J. J. Abrams, responsable de las nuevas películas de Star Trek, vaya a encargarse también de la próxima entrega de Star Wars; menos aún que los protagonistas de Crepúsculo vuelvan a estar juntos después de que ella le pusiera los cuernos a él con el director de su versión de Blancanieves. Sin duda, la noticia cinematográfica de este 2013 es el estreno de una película rodada hace sesenta años: nada menos que el primer largometraje de Stanley Kubrick, hasta ahora solo visible en copias infectas que pululaban por la red. Y es que este realizador hoy merecidamente endiosado al malacostumbrarnos pariendo una obra maestra tras otra, fue una vez un novato capaz de rodar un film titubeante e imperfecto. Este llevaba por título Fear and Desire ("Miedo y deseo"), y a su autor le pareció tan indigno de alguien de su talento (aunque todavía joven e inexperto, Kubrick se conocía muy bien a sí mismo y ya sabía de lo que iba a ser capaz), que decidió destruir todas las copias intentando borrar cualquier rastro de su existencia, y llegó a afirmar que su siguiente largometraje, el policíaco El beso del asesino, era su primera película. Eso, los días en que se sentía generoso consigo mismo; cuando se levantaba con el sentido autocrítico por delante, también hacía por olvidarse de esta y consideraba que su filmografía arrancaba en realidad con Atraco perfecto, este sí un film ídem.
Vista hoy, Fear and Desire es, en efecto, una película que resultaría intrascendente si no viniera firmada por quien la firma: este relato bélico de apenas una hora de duración, y que protagonizan los miembros de un comando militar envueltos en una operación un tanto imprecisa y asediados por sus demonios interiores, resulta de un simbolismo demasiado simplista y con unos diálogos literarios en exceso. Pero todo ello no quita para que nos parezca un tanto exagerado el trato que le dio su autor, convencido de que pasaría a la historia como un cineasta que era capaz de realizar solo obras maestras, entre ellas un par de filmes bélicos incontestables: Senderos de gloria y La chaqueta metálica. Algo que, en efecto, había conseguido hasta ahora; ya queda en sus manos si prefieren respetar la voluntad de Kubrick y obviar la existencia de esta cinta o si, como un servidor, les puede la curiosidad por verla. Eso sí: no la busquen en los cines porque no la encontrarán allí; pero en breve podrán adquirirla en DVD o Blu-ray, y pueden disfrutarla ya como estreno de lujo en la TV de pago.
La que sí puede que encuentren en los cines (aunque no en todos, claro; no la busquen en Alicante, sin ir más lejos) es El páramo, coproducción entre España, Argentina y Colombia, aunque sea este último el país que se lleva el grueso del proyecto. Un film que dirige con pulso firme Jaime Osorio Márquez y que plantea una situación no muy alejada de la propuesta de Kubrick: un grupo de soldados de un ejército indeterminado llega a una base donde todos, militares y civiles, han desaparecido, con la salvedad de una mujer en estado semisalvaje y de la que pronto algunos de los protagonistas sospecharán que es una bruja. Por supuesto, y como ocurriera en Fear and Desire, la principal amenaza no es algo externo, y el enemigo más peligroso se esconde en el interior de cada hombre. Algo que supongo ocurre también en las guerras de verdad, y que por lo visto también le sucedía a Kubrick, que nunca tuvo un enemigo tan encarnizado como él mismo.
Fear and Desire se emite en canal TCM; El páramo se proyecta en cines de toda España.