El fenómeno Satrapi
Abandonad toda esperanza, salmo 119º
Si no les suena el nombre de Marjane Satrapi es que, no lo duden, viven en otro mundo. Porque la Satrapi está de moda. Supongo que en su día ya les recomendé la lectura de Persépolis, y si no lo hice debería haberlo hecho: se trata de un magnífico cómic autobiográfico sobre la condición de la mujer iraní que ha hecho superar a muchos (y particularmente a muchas) sus prejuicios hacia el medio, y cuyo éxito desembocó en una adaptación cinematográfica que simplifica demasiado la obra original pero que supone una entrada accesible al mundo de la autora.
Hoy, gracias al éxito de la película, el nombre de esta autora franco-iraní está en boca de todos, y el film, después de haber triunfado en Cannes, fue elegido para representar a Francia en los Oscar. Pero si existen prejuicios hacia la historieta también los hay respecto del cine de animación: la cinta, codirigida por la propia Satrapi, no ha sido nominada como mejor película de habla no inglesa y se tendrá que conformar con competir en la categoría de mejor film de animación contra Ratatouille y Locos por el surf; dos películas seguramente estupendas (podemos confirmarlo en el caso de la primera) pero que, decididamente, juegan en otra liga.
Ahora bien, Marjane Satrapi es mucho más que Persépolis: a poco que busquen, y dejando a un lado Ajdar, dedicada al público infantil al que la autora se dedicó al principio de su carrera, encontrarán en el mercado dos libros suyos magníficos. Es el caso de Bordados, donde construye un relato en cierta medida autobiográfico pero de protagonismo coral encarnado por varias mujeres que representan un amplio espectro del sector femenino de la sociedad iraní. Hablar a espaldas de los otros sirve para airear el corazón, opina la abuela de la autora, eje central de esta reunión social alrededor de unas tazas de té mientras los maridos duermen la siesta: matrimonios concertados, infidelidades consentidas, virginidades perdidas... Elementos que salen a la luz en un ambiente distendido de confidencias femeninas que recuerda al de filmes como Comer, beber, amar o El club de la buena estrella... Películas que proceden, no casualmente y como la autora de Bordados, del Lejano Oriente.
Frente a esta apuesta por un grafismo inmediato, Pollo con ciruelas presenta un acabado más trabajado y una narración más rica en sutilezas: ambientada en el Teherán de 1958, relata los ocho últimos días de existencia de un padre de familia que pierde las ganas de vivir cuando su esposa, durante una discusión conyugal, le rompe el instrumento de cuerda que siempre le ha acompañado.
Menos sujeto a la realidad social de Irán que Bordados, no digamos ya que Persépolis, Pollo con ciruelas viene a ser una pequeña pieza de cámara que al mismo tiempo se revela como una obra mayor de su autora, por más que en extensión sea la menor de todas ellas, no alcanzando las noventa páginas. Pero se trata de una narración mucho más rica de lo que puede parecer a simple vista, como rica se nos antoja toda la obra de esta autora ya imprescindible.
Persépolis se proyecta en circuitos de versión original; Bordados, Pollo con ciruelas y el resto de obras de Marjane Satrapi están editadas por Norma Editorial.