Apaga y vámonos

El fin de la inocencia

En su versión cinematográfica, “El fin de la inocencia” es una muy recomendable película de Michael Cuesta que explora las complejidades del proceso en el cual unos preadolescentes van dejando atrás su infancia adentrándose en el mundo de los adultos… En la versión política, en cambio, la inocencia se pierde en el momento se aprueban tus primeros presupuestos.
La fama los tienen los llamados “100 días de gracia”, incomprensible periodo –bien que los cobran sus señorías igual que cualquier otro trimestre– que se otorga a todo nuevo gobernante para hacerse con el timón e ir implantando sus nuevos métodos de gestión, pero lo cierto es que hasta que no se aprueba un nuevo presupuesto poco podemos achacarle al recién llegado, que con sus primeras decisiones apenas nos dará unas pinceladas, vagas intuiciones sobre el lugar por que el irán finalmente los tiros durante los próximos años.

¿Que el presupuesto 2012 va a estar marcado, a la fuerza, por la crisis, el ahorro y los recortes? Por supuesto, pero me sirve igual como indicador o brújula, porque cualquier presupuesto, por ajustado que sea, va a poner de manifiesto las verdaderas prioridades de nuestros gobernantes, separando el polvo de la paja y dejando ver sin medias tintas ni filtros aquello prometido que finalmente se cumple y aquello que, garantizado en su día, ha quedado reducido ahora a agua de borrajas.

Y no. No me vale echar la vista (y la culpa) atrás. Aquello de la herencia, ya saben. Ni lamentar la falta de euros para sacar adelante esto o lo otro. Que la situación es muy jodida ya lo sabemos todos, y también lo sabíamos en mayo de 2011, porque llevábamos ya 3 largos años de crisis y basta con leer la prensa para enterarse de cómo está la cosa. Lo que ahora se necesita son gestores. Gente valiente con ganas e ideas. No el triste coro de plañideras que hemos tenido hasta ahora. Quien esté dispuesto a coger el toro por los cuernos, adelante. El que piense seguir llorando por las esquinas, que se aparte y deje paso a otro, porque la situación requiere decisión, no titubeos ni excusas de mal pagador (nunca mejor dicho).

Todo lo que pase –lo bueno y lo malo– a partir del próximo jueves (será entonces cuando, si no nos han engañado, se aprueben los nuevos presupuestos municipales) será responsabilidad única y exclusiva de nuestros actuales gobernantes, porque de ellos dependerá el destino de cada céntimo de euro que salga del ayuntamiento y el momento justo en el que sale.

Como diría De Gaulle, “el recreo se ha terminado”, y ha llegado al fin la hora de la verdad para nuestro equipo de gobierno. Ojalá acierten con sus prioridades y sepan convertir el ayuntamiento en una palanca para contribuir a sacar a Villena de la crisis, porque de lo contrario no serán palanca, sino una pala para terminar de hundirnos.

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