El gobierno de la excusa
En Villena siempre es momento de hacer balances. Desde el Partido Popular los entendemos como necesarios, siempre que se hagan desde la objetividad y sin demagogia. El objetivo es ser capaces de visualizar los verdaderos problemas que tiene nuestra ciudad, algo que se le exige a una oposición responsable, para buscar y encontrar soluciones eficientes. Algo que pueda ser capaz de aparcar ciertas ideologías populistas, que siguen defendiendo quienes nos gobiernan y que, desgraciadamente, no resuelven los verdaderos problemas de la ciudad.
Un gobierno Verde que sigue gobernando aplicando su rodillo. Con ideas que se envuelven con populismo y bombo y platillo, pero que se deshinchan cuando se llevan a cabo, principalmente por carencias en su planificación y algunas, por su falta de realidad. Llevamos tres años de legislatura Verde, con grandes dosis de maquillaje político, al estilo de sus socios de Compromís-Podemos.
Apoyando las políticas lingüísticas del Consell, que tanto daño están haciendo a las zonas castellanohablantes. Con experimentos impregnados de inmadura ideología, como la gestión directa de la recogida de basuras, disminuyendo plantilla y debiendo hacer uso de empresas de trabajo temporal, heredando maquinaria obsoleta y despreciando la recogida en diseminados y partidas rurales. Con un olvidado eco-parque, lo que hace proliferar vertederos ilegales en diferentes zonas del termino municipal. El resultado, una Villena más sucia.
Con una gestión en las basuras que es un claro ejemplo de cómo cambian los discursos en función de intereses políticos. Un 2017 que ha permitido la entrada a Villena de 9.000 toneladas de basura oficiales de fuera del plan zonal. Una cifra récord comparada con ejercicios anteriores. Ahora ya no se exige a Consellería, como antaño, que cumpla con sus compromisos del Plan Integral de Residuos. Ya no dicen nada, o al menos con tanta efusividad, sobre los residuos foráneos y sobre el control de la admisión de basuras. El resultado, una Villena donde cada mañana se huele a vertedero.
Con unos parques y jardines olvidados, con árboles mal cuidados, con zonas de recreo que carecen del mantenimiento adecuado. Con trabajos de poda fuera de temporada que han acabado con los pocos nidos realizados durante los primeros días de primavera. Con falta de planificación, con un edil que miente cuando la oposición pregunta sobre su gestión. El resultado, una Villena que deja de lado sus parques y jardines.
Con unas políticas de desarrollo económico marcadas por las pérdidas de subvenciones y con continuas excusas que intentan manipular a la ciudadanía para justificar la inoperancia en la gestión. Más de un millón y medio de euros perdidos en ayudas dice mucho del trabajo de su concejala, implicada más en otro tipo de políticas que en la economía de su ciudad. Villena, que a pesar de tener el segundo término municipal más grande de la provincia de Alicante, carece de suelo industrial, lo que hace que muchas empresas prefieran otras poblaciones para instalarse. El resultado, una Villena con menos posibilidades de empleo.
Con una política de contratación propia de otros tiempos, realizando todo aquello que criticaban cuando estaban en la oposición. Con contratos y acuerdos de Pleno que se saltan los procedimientos administrativos y que generan infinidad de reparos por parte de la secretaría e intervención del Ayuntamiento. Con una política de personal que ha obligado al juzgado nº 3 de lo contencioso-administrativo de Alicante a emitir una sentencia judicial donde se afirma que el Ayuntamiento de Villena se gestiona como un cortijo particular. Menospreciando a la oposición y obligándonos a recurrir a los tribunales, por la forma en que este equipo de gobierno Verde ejerce su mayoría absoluta. Una sentencia que viene a decir que se ignoran los principios de participación, objetividad y transparencia en la contratación de personal. Una afirmación que ojala no hubiéramos tenido que escuchar, mucho menos por un juez, y que debiera producir vergüenza a quienes nos gobiernan. El resultado, una Villena gobernada al antojo de unos pocos y para unos pocos.
Resultados de una gestión que deja mucho que desear, pero que, quienes nos gobiernan, no asumen y miran hacia otro lado. Cuando algo no sale como se espera, se echan balones fuera, se apela a la herencia recibida, se echa la culpa al Gobierno Central, a la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana y a Montoro, y se termina poniendo el grito en el cielo acusando a otros de su nefasta gestión. Es el Gobierno de la Excusa.