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El Golf. Comenzamos a jugar

Ya dijimos en nuestra primera entrega que el golf es un deporte al alcance de cualquiera y que está ganando adeptos de una forma espectacular. Se dice que es la Real Federación Española de Golf (RFEG) una de las que más ha crecido en número de licencias en los últimos años, no sólo en España, también en el extranjero.
Una vez hemos explicado que para jugar a golf es necesario realizar antes un cursillo avalado por un profesional federado, quien nos enseñará los fundamentos del juego, normas de comportamiento en los campos y las reglas básicas, vamos a centrar la atención ahora en dicho cursillo y también en los primeros pasos que el aficionado al golf dará una vez haya completado dicho proceso de formación.

El Cursillo
Siempre bajo el criterio del experto profesional, un cursillo inicial de 10 horas suele ser suficiente para que el aficionado se familiarice con los elementos de juego, el campo, las bolas, los palos y comience a asimilar conceptos como el swing (movimiento realizado por el jugador para golpear la bola), los hierros y las maderas, sus números, el handicap, etc.

Los cursillos de golf son necesarios, además de por la formación y perfeccionamiento de nuestro juego, para poder obtener la licencia federativa que nos habilite para jugar en cualquier campo. Ningún campo permite el juego a ningún aficionado que no posea dicha licencia pues la misma, además de acreditar que el jugador sabe lo que ha de hacer, viene acompañada de un seguro de actividades deportivas necesario para estar cubiertos ante cualquier eventualidad o accidente que podamos sufrir o provocar.

Además, estos cursillos tienen un valor añadido: la integración del nuevo aficionado en el grupo de veteranos, lo cual ayuda a que el jugador se sienta amparado por más personas que le prestarán ayuda para “soltarse” y poder disfrutar de este deporte.

Es importante decir que el golf protege al jugador novato; ya explicamos en la entrega anterior que no se juega contra otros jugadores, sino contra los campos. Para ello existe lo que se denomina “handicap” del jugador. Es un indicador numérico asignado y mantenido por la RFEG que indica la cantidad de golpes extra que un jugador puede dar en un campo para considerarlo empatado.

Los palos
Una vez concluido el primer cursillo, puede que el jugador nuevo desee disponer de sus propios palos. Las academias suelen prestar ese material al jugador principiante mientras dura su formación. En el caso de Equélite Golf este servicio se presta mientras dura ese proceso, no sólo en horas de clase sino en cualquier momento que el jugador desee acercarse a la cancha a practicar. Existen varios tipos de palos de golf agrupados en 3 grandes familias: Maderas, hierros e híbridos.

Las “Maderas” heredan su nombre porque antaño, esos palos, utilizados generalmente para dar golpes de largo alcance, estaban hechos de madera maciza. Hoy todo ha evolucionado y están fabricados en acero, titanio, grafito u otros materiales.

Los “Hierros”, son palos utilizados para el juego en calle, aunque también pueden usarse para dar golpes de salida. La cabeza es metálica y como en el caso de las maderas, su fabricación ha evolucionado utilizando los mismos materiales antes mencionados. Entre los hierros, encontramos un caso especial, el “putter” o “pat”, utilizado para el juego en green.

Los “Híbridos” son de reciente aparición y reciben su nombre por ser una mezcla a caballo entre una madera y un hierro.

Habrán escuchado en muchas ocasiones que un jugador ha golpeado con su “hierro 5” o con el “Driver”. En efecto, cada familia tiene sus palos numerados en base a la longitud de la varilla y el ángulo de la cara del palo respecto a la vertical de la bola (denominado “loft”).

Estas numeraciones, además, dan una idea del alcance que podemos obtener con cada palo, variable en todo caso de un jugador a otro. Así pues, podemos decir que a mayor número de palo, la varilla será más corta y el loft de la cara del palo tendrá más grados de inclinación, por tanto, la bola volará más alta con un palo de mayor loft y menos con uno de menor inclinación. A la inversa sucede con la distancia, si una bola sube mucho, recorrerá menos distancia que una que, con igual aceleración, vuele a menos altura.

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