Opinión

El Gordo

Por mucho que el título les parezca otra cosa, no voy a hablar esta semana de la obesidad, ni del pintoresco bar que hay en la zona de la Morenica, sino de la Lotería. Después del puente nos hemos quedado con las ganas de tener vacaciones todo el mes de diciembre y parte del de enero, y casualmente llega el día del sorteo especial de lotería nacional de Navidad. Primero te rozan con la miel en los labios, dejándote un poco de tiempo para que adelantes tus compras y disfrutes con la familia, y luego otra vez vuelta al tajo con la cabeza puesta más en unas plácidas vacaciones al calor del hogar y soñando con que te toque la lotería.
No hace mucho el Tribunal Supremo condenó a un hombre a un año de cárcel por negarse a compartir un décimo de lotería con su anterior novia. Lo compraron siendo novios y cuando se celebró el sorteo ya no lo eran. A ver si ahora al que le toque la lotería le van a salir novias, y no me refiero a los blanqueadores de dinero. El día del sorteo todos los medios se hacen eco de que ese día alguien será más rico que el día anterior, el salón donde se encuentran los bombos se llena de gente de todo tipo, los que se disfrazan, los que tienen un número curioso o especial y por supuesto todos aseguran que les va a tocar a ellos y lo único que quieren es salir en la tele. Arriba en el escenario están los niños de San Ildefonso… ¿será igual de prometedor el futuro de estos niños que el de las chicas del tele cupón? Primero se quitaron del medio a Carmen Sevilla y luego a las ovejitas. En verdad a estos niños les quedan cuatro navidades, porque están todo el día tocándose las bolas, aunque mirado de otra manera su labor hacen, ¿pero no sería esto otro caso de explotación infantil o de incitación a la ludopatía? Al fin y al cabo la ilusión de estos niños no es otra que cantar el gordo o alguno de los premios grandes o fortotes. Por eso cuando sacan un premio bajo lo cantan con ese tonillo y poniendo esa cara como si por dentro pensaran: “vaya mierda premio”. Luego está el estrés que deben de padecer producido por la tensión de una posible equivocación al cantar algún número porque puede liarse una gorda.

En verdad la lotería de Navidad tiene tantos adeptos porque el que compra décimos incita a los demás a hacerlo; en el trabajo, en la familia, ese amigo que trabaja en otra ciudad y ha comprado un décimo allí, la gente compra décimos y se los ofrece a los demás, y claro, llegan frases tales como “y si toca”, entonces te entra el pánico y piensas “a ver si voy a ser el único que no compra”. El “por si acaso” o “no vaya a ser que…” consiguen finalmente que acabes comprando. Otro truco que la gente emplea para cobrarla es decir “la lotería si no se paga no toca”. Infalible.

La Lotería Nacional es uno de los juegos de azar más conocidos en nuestro país y de los que reparte los premios más cuantiosos durante cientos de años, por lo que es ya considerada una tradición más de esta época del año tan tradicional. Aunque bien pensado es como si llego yo un día y les digo a mis amigos, o a ustedes los lectores, vamos a poner 20 euros cada uno y luego vamos a sortear el total, menos las gestiones administrativas, entre todos, seguro que me tomarían por loco. Antes del sorteo a todo el mundo le gustaría que le tocara y después del sorteo a todo el que no le ha tocado ni la pedrea agradece estar sano, si es que lo está.

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