El Himno 4.0
No huya, señora, que no pienso hablar de himnos festeros ni nacionales, aunque le he pillado el gusto al título de la columna (así tiene uno que marearse menos) y, al fin y al cabo, de lo que quiero hablarles hoy es de símbolos locales, que viene a ser casi lo mismo, aunque dibujado en vez de cantado.
Por ello, si la semana pasada les proponía una adaptación sui generis de la idiosincrasia española a los sones de la Marcha Real, hoy vengo a lanzar desde esta privilegiada tribuna otra inmensa tontería (¡qué cuesta arriba se me están haciendo los 100 días de gracia!) con la intención de aportar mi granito de arena al engrandecimiento cultural de la Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima.
Posiblemente, el primer signo de la llegada de un nuevo gobierno a nuestra ciudad ha sido el cambio de posición del león que aparece en el escudo de Villena, león que presidió con nueva orientación el acto de toma de posesión de Celia Lledó. Para los puristas dicha orientación es la correcta, puesto que la contraria podría entenderse, en términos de heráldica, como un símbolo de bastardía. No obstante, conviene precisar que ni el escudo actual ni el que hemos usado en los últimos cuatro años una modificación que respondía única y exclusivamente a criterios estéticos y que tenía valor como logotipo, no como emblema legal están reconocidos oficialmente, porque antes de ello el diseño definitivo tendrá que ser aprobado en Pleno y validado posteriormente por la Comisión Técnica de Heráldica de la Generalitat Valenciana.
En cualquier caso, personas expertas en la materia como Miguel Flor ya dijeron en su día que la modificación realizada la pasada legislatura era un error grave, lo cual no quiere decir que el hecho de deshacerla convierta el escudo en correcto. Es más, a estas alturas de la película no sólo la orientación del león es motivo de estudio, sino que podemos ir más allá y aventurarnos a decir que, siguiendo indicaciones de la Real Academia de la Historia, existe la posibilidad de que león y mano alada ocupen cuarteles equivocados en heráldica, se llama cuartel a cada una de las secciones o divisiones de que se compone un escudo en general, algo que en caso de confirmarse nos obligaría a darle completamente la vuelta al diseño.
Para acabar de rizar el rizo, y dado que, según José María Soler, el origen de nuestro escudo es desconocido, pues se ignora el documento que acredita el momento de concesión de nuestros emblemas, les invito a fijarse en los escudos que pueblan nuestra ciudad el pórtico de entrada al ayuntamiento, el dintel de la iglesia de Santiago, el camarín de la Virgen o las pinturas del salón de Plenos, por ejemplo para comprobar que cada uno es de su madre y de su padre, es decir, que ni existe uniformidad ahora ni por lo visto la ha existido nunca.
En tales circunstancias, queridos amigos, me aventuro a proponer lo siguiente: convóquese un concurso público y lancen sus propuestas los ciudadanos, que alguno acertará, aunque sea de chiripa. La mía, fiel a mi apuesta por los valores inmutables del terruño y de sus gentes, al orden natural y eterno de lo que ha sido, es y será Villena, una realidad que perdurará para siempre por encima de los avatares y obstáculos que nos depare la traicionera historia, estaría presidido por la corona de la Virgen de las Virtudes, y en sus cuatro cuarteles, símbolos mayestáticos de nuestra ciudad, habitarían un moro, un cristiano, una sartén de gachamiga y un as de espadas. Y si sobra espacio, una botella de Cantueso, que no se diga.