El Horror, el Horror…
Abandonad toda esperanza, salmo 33º
Con el mejor cine de terror o lo más representativo de la novela negra ocurre lo mismo que con los informativos de televisión: pueden resultar terroríficos porque lo que muestran podría sucederte a ti.
Casi medio siglo después de su estreno, Psicosis de Hitchcock sigue siendo una de las películas más impactantes de la Historia, no ya por ser uno de los más perfectos trabajos de dirección jamás realizados, sino porque dio un vuelco a la trayectoria de las horror movies, dejando de lado los platillos volantes que provenían de galaxias lejanas y las criaturas sobrenaturales de países de Centroeuropa, amenazas del género en las últimas décadas, para acercar la fuente del miedo a las zonas residenciales. El Horror, el Horror, que tan bien definió -en la elipsis radica su acierto- el Kurtz encarnado por Marlon Brando en Apocalypse Now. Ese Horror que está, como Jesucristo según las canciones que nos enseñaban en catequesis, tan cerca de ti...
Ahora tenemos acceso a dos interesantes muestras del más inquietante horror cotidiano: la primera, La chica de al lado, novela de Jack Ketchum. Vaya por delante que su anécdota es mínima: sus páginas relatan la progresiva caída en la locura de una mujer y unos niños que en su (presunta) inocencia se dejan llevar por el comportamiento insano y sádico de la anterior. Su lectura confirma que no hace falta más florituras para mostrar ese Horror en mayúsculas, el Horror absoluto.
Ese mismo Horror fue el que hizo de Hellraiser, la novela de Clive Barker, así como la adaptación al cine que dirigió el propio escritor, dos de las cumbres del terror de los 80. Por tanto no es de extrañar que Stephen King compare a Ketchum con Barker, aunque el norteamericano esté lejos de escribir tan bien como el genio de Liverpool. Pero aunque su estilo no alcance la imaginería visual del inglés, Ketchum es lo bastante inteligente como para saber qué punto de vista elegir para contar los hechos, así como para detectar cuándo debe apartar la mirada y dejar que la imaginación del lector sea la que le juegue malas pasadas.
Eso mismo demuestra Hard candy, ganadora del último Festival de Sitges, y que ha puesto el nombre de su director, David Slade, en el ojo del huracán. Esta pieza de cámara, casi con sólo dos personajes centrales y un escenario único, cuenta con una escena de castración que demuestra que la imaginación del público siempre será más brutal y menos complaciente que los actos del peor carnicero. De nuevo, en la elipsis radica su acierto.
Así pues, si quieren pasar un mal rato, no dejen escapar las creaciones de Ketchum y Slade. Pero insisto: son dos tipos que no se andan con remilgos.
La chica de al lado de Jack Ketchum está publicada por La Factoría de Ideas (2006); Hard candy se proyecta en cines de toda España.