El Hospital de Villena
Hace algunos años Eduardo Zaplana, entonces presidente de nuestra Generalitat, anunció a bombo y platillo en nuestra ciudad que Villena tendría un hospital. Ha pasado el tiempo suficiente para que la amnesia adormezca muchos recuerdos, pero para los que aún conservamos la memoria lo evocamos, más que con nostalgia, con indignidad. Además lo afirmó con esa boca grande, casi inflamada, que utilizan casi todos los políticos en sus grandes discursos. ¡En Villena tendréis un hospital!.
Y ese hospital anunciado que no construido sigue haciendo falta. Villena es capital de comarca, capital de partido judicial y un excelente nudo de comunicaciones (a falta del soterramiento). Dispone la ciudad de dos centros de salud con servicio de medicina general y lo que iba a ser un hospital quedó en un simple Centro de Salud con servicio de especialidades. Poco más. Incluso para paliar el efecto decepcionante del No al hospital se prometió el tratamiento de cirugía menor. Ni eso.
Queda todo en un Centro Integrado de Salud, con excelentes profesionales pero con escasos recursos. Porque una urgencia grave acaba derivándose al hospital de Elda y una consulta al especialista, que requiera mejor tratamiento, igualmente al hospital comarcal. Hasta un absceso en el sobaco necesita cirugía fuera de Villena. El nuevo servicio de oncología que tan bien se publicitó hace meses está por llegar y las madres de aquí tienen que seguir pariendo allá.
Mientras tanto, magia de chistera, el hospital de Yecla o el de Almansa no alcanzan los niveles de saturación que tienen los de Elda, Alcoy u Onteniente, por ejemplo. No son gajes del oficio, sino una incongruente administración territorial; porque los habitantes y ciudadanos de cualquier sitio necesitan el mejor servicio posible en cualquier momento y situación. Nos topamos aquí con las ilógicas distribuciones por zonas, comarcas o comunidades. Y si los impuestos son los mismos en unas zonas que en otras no se reciben las mismas prestaciones en unas lugares que en otros.
El hospital de Villena sigue siendo necesario. Se moviliza la ciudadanía contra un parking, a favor de una plaza de toros, en pro de una solución a las vías del tren y lo que digan que es bueno para esta ciudad. Pero velar por la salud está a unos cuantos kilómetros de aquí y lo asumimos hasta bien. El hospital es caro, claro que sí. Más caro que la rehabilitación de la plaza de toros, pero mucho más necesario.
Respecto al coso taurino también Francisco Camps alumbró, con su sonriente boca y la yugular henchida, ilusiones tramposas al gritar: Celia, tendréis la plaza de toros. Hoy sabemos que la inversión deberá ser cofinanciada. No lo dijo en el mitin de campaña porque es fácil, en el calor de la multitud, decir lo que la gente desea que uno diga, no lo que piensa en realidad. El caso es que de las partidas presupuestadas para 2008 y 2009 no sabemos nada; que las empresas que se publicitaban en la ortodoncia de la plaza abandonaron su entusiasmo; y que a nuestras arcas nos costará lo impensable y lo que nunca se dirá (si es que finalmente se hace, por más que pongan la primera piedra).
Pero en tiempos de crisis es casi un delito hablar de tanta millonada -sin contar con la segura ampliación de presupuesto- y que en nuestra Villena no tengamos hospital. No echo la culpa a los correspondientes técnicos, que hacen lo que pueden y lo que les dicen. Acuso tan sólo a los líderes políticos, de un lado y de otro, que con tal de ganar unas elecciones son capaces de manipular y seducir a una ciudadanía con afirmaciones que no existen ni en la letra pequeña. Porque es gratis mentir e impune el engaño. Pero hay lo que hay, somos lo que somos y merecemos lo que nos merecemos. ¡Y eso sí que duele!