El mapa cultural (y II)
Muchas de ustedes, queridas personas, planifican sus lecturas, sus discos, sus películas siguiendo ciertos criterios: por géneros, épocas, nacionalidad, actualidad
; y tal planificación les lleva a tomar decisiones del tipo tengo que leer más libros de tal autor o autora (porque me llama la atención), tengo que interesarme más por el cine francés o iraní (porque lo disfruto), han pasado muchos meses desde la última vez que fui al teatro (y me gusta ir). De este modo, a través de intereses o placeres, organizamos en la medida de lo posible nuestra dosis de cultura y nos abrimos o nos adentramos en nuevos mundos.
De un modo similar se planifica el mapa cultural de un grupo, o de una ciudad. Quizás contando con unos parámetros más planificados, puesto que atienden a un estudio previo de las tradiciones o las costumbres; a un análisis del presente, donde no dejamos de atender modas que puedan desembocar en nuevas líneas que quizás se asentarán a lo largo del tiempo (como por ejemplo la cultura del Hip-hop en Villena); y finalmente a un desarrollo en el futuro, para el cual debemos de valorar presupuestos, espacios, recursos y promoción. Y uno de los problemas de esta planificación aparece cuando no hay planificación, cuando existe un solo cerebro que reúna y considere la demanda, los recursos y los posibles caminos futuros. Y aquí, en este concepto de cerebro es donde recuperamos el hilo de la semana pasada, donde planteaba cierto desorden y falta de coordinación en el tejido asociativo e institucional de nuestra ciudad. Carencia que deriva en enquistamiento de algunas ofertas culturales, desaprovechamiento de espacios, presupuestos y recursos, y desatención a las propuestas más débiles. Aunque desde un punto de vista pretendidamente objetivo, cierta tibieza en la coordinación de actividades en materia cultural por parte de todos los grupos interesados, conduce a la imposición de lo establecido y a la vivencia del presente, carpe diem u otra más, con una dificultosa perspectiva de futuro.
Y entendamos todo esto utópicamente, puesto que a ninguna de ustedes, queridas personas, se le escapa la problemática que encierra la pretensión o intención de consenso, de coordinación al menos, entre las numerosas partes implicadas: instituciones, asociaciones y ciudadanía. Y aún así, del mismo modo que usted frente a un puñado de piedras rojas y negras acabará separándolas por colores, alineándolas, creando formas, series o conjuntos, del mismo modo creo que debemos comenzar a dibujar en el aire unos pretendidos castillos donde quizás aparezca algún lugar al que dirigirnos, con suaves maneras y con los ojos abiertos a cualquier nueva bifurcación, pero creciendo mediante nuestras propuestas culturales de forma que creen un camino, no una montaña: avanzando y no subsistiendo. Porque afortunadamente nuestra ciudad atesora, dispone y genera una producción de la que puede sentirse orgullosa, pero que es incapaz de digerir.